Sunday, June 18, 2017

Diego de Torres Villarroel

El Gran Piscátor

El doctor don Diego de Torres y Villarroel nació en Salamanca y fue bautizado el 18 de junio de 1694. Fue hijo de un librero que —dice don Diego— "leía todos los libros de su tienda". Bailarín y torero, médico y astrólogo, fugitivo de la justicia y catedrático en Salamanca, la historia de su vida daría para una novela, que en efecto él mismo escribió (aquí), así como muchas otras obras satíricas, de devoción, científicas y astrológicas. Tuvieron buen éxito: "Yo confieso" —decia— "que para mí perdieron el crédito y la estirmacion los libros, despues que vi que se vendían y apreciaban los míos." Murió en Salamanca el 19 de junio de 1770.

Admirador e imitador de Quevedo, fue el último de nuestros escritores castizos. Sus poemas fueron editados y publicados por Cueto en la BAE, en el volumen I de los Poetas Líricos del siglo XVIII (aquí).



DÉCIMAS

A una señora que se estaba peinando.

Con bella descompostura

está tu dulce gracejo

consultándole al espejo

grandezas de tu hermosura;

Dichosa la crïatura

que goza, Filis, de ti;

yo desdichado nací,

porque vivo contemplando

que aunque tú te estás peinando,

no te peinas para mí.

———



Discordia de un congreso eclesiástico en la elección del Superior

El rencor, la adulación,

la asechanza, la porfía,

el odio y la simpatía

votan en esta ocasión;

¡Qué tal será la elección

donde hay tedio tan profundo!

Por cierto yo me confundo

de ver en tal desconsuelo,

que donde todo es del cielo

se encuentre tanto del mundo.

———



La ineptitud ambiciosa (1)

Un no sé cómo se llama,

quiere con ansia importuna

escalar a la fortuna

por las faldas de una dama;

Pero el pobre más infama

con lo que intentó valer;

que esto llega a merecer

quien se llegó a persuadir

que es camino de subir

lo que es senda de caer.

———



La ineptitud ambiciosa (2)

Cierto hombrón con inquietud

pretende una dignidad,

y hace de su necedad

caparrota a la virtud;

Mas la suprema aptitud

le desprecia con rigor;

que el príncipe superior

examina que el pobrete

tiene de docto el ribete,

y de avestruz lo interior.

———

Capa rota: "Persona que se envía disimuladamente para algún negocio de consideración."



SONETOS

Ciencia de los cortesanos de este siglo

Bañarse con harina la melena,

ir enseñando a todos la camisa,

espada que no asuste y que dé risa,

su anillo, su reloj y su cadena;

Hablar a todos con la faz serena,

besar los pies a mi sá doña Luisa,

y asistir como cosa muy precisa

al pésame, al placer y enhorabuena;

Estar enamorado de sí mismo

mascullar una arieta en italiano,

y bailar en francés tuerto o derecho;

Con esto, y olvidar el catecismo,

cátate hecho y derecho cortesano,

mas llevaráte el diablo dicho y hecho.

———

Mi sá: Mi señora



Confusión y vicios de la corte

Mulas, médicos, sastres y letrados

corriendo por las calles a millones,

Duques, lacayos, damas y soplones,

todos sin distinción arrebujados;

Gran chusma de hidalguillos tolerados,

cuyo examen lo hicieron los doblones,

y un pegujal de diablos comadrones,

que les tientan la honra a los casados;

Arrendadores mil por excelencia,

metidos a señores los piojosos,

todo vicio con nombre de decencia;

Es burdel de holgazanes y de ociosos,

donde hay libertad suma de conciencia

para idiotas, malsines y tramposos.

———

Malsín: "Cizañero, soplón."



Habla con don Francisco de Quevedo en las sátiras de los cornudos

¡Ah, señor don Francisco! ¡Si usted viera

el mundo cómo está desde aquel día

que vino aquella tal señora mía

a cobrar en sus ansias la postrera!

¡Ay, amigo, que no lo conociera!

Porque entonces, al fin, se distinguía

el animal del bruto, y así había

quien viese la función en talanquera.

Para cuatro cornudos vergonzantes

que usté alcanzó en su siglo ya perdido,

hizo extremos y sátiras picantes.

Dé mil gracias a Dios no ser nacido,

pues si hubiera alcanzado chichisbantes,

antes fuera cornudo que marido.

———

Alude a la costumbre dieciochesca del chichisbeo: "Galanteo, obsequio y servicio cortesano asiduo de un hombre a una dama."



Pinta lo miserable de sus conveniencias

En una cuerna un celemín de sal,

un san Onofre al óleo en un papel,

y un tintero, dos libros, un rabel,

y un cántaro con agua elemental.

Estas alhajas tengo en mi portal,

que es mi casa, mi alcoba y mi dosel,

donde sirve de cama mi buriel,

y de sillón un duro pedernal.

Sobre un poyo de piedra está un candil

que me da luz hasta que sale el sol;

ceno una sopa a veces de pernil,

Leo en Quevedo, célebre español,

y alegre en mi tiniebla y su pensil,

no se me da del mundo un caracol.

———

Conveniencias: " Haberes, rentas, bienes." Buriel: Paño buriel, "paño pardo del color natural de la lana." Pensil: "Jardín delicioso."



Con los mismos consonantes que don Francisco de Quevedo desengaña a los soberbios de su vanidad

Engulle el poderoso rica sopa,

cuando a mí me contenta una zurrapa,

y siendo el mundo dilatado mapa,

le parece a su vicio estrecha copa.

Con bordada, sutíl y blanda ropa

el barro humano diligente tapa,

y a mí me envuelve miserable capa

y un negro camisón de ruda estopa.

Ostenta a todos la gotosa tripa,

y puede ser el que mejor me sepa

a mí la sucia bota que a él su pipa;

De la humana miseria huyendo trepa;

pero, por más que puja, anda y ahípa,

todos somos racimos de una cepa.

———



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