Tuesday, July 25, 2023

Enrique Badosa

Un epigramista contemporáneo

Enrique Badosa y Pedro nació en Barcelona el 21 de marzo de 1927 y murió en la misma ciudad el 31 de mayo de 2021. Estudió Filosofía y Letras y periodismo y durante muchos años representó un papel importante en la vida literaria española como directivo en la editorial Plaza y Janés.

Escribió —casi siempre en castellano— ensayo y poesía; se le suele adscribir a la llamada Generación del 50. Tradujo, entre otros, a Horacio, Espriu y J. V. Foix. Aquí nos interesa como epigramista. En este género escribió Epigramas confidenciales (2ª ed., 1993) y Epigramas de la gaya ciencia (2000).

Los epigramas de Badosa, escritos en verso blanco (generalmente endecasílabo), están confesadamente inspirados en los de Marcial; pero un Marcial algo difuso y demasiado fácil de entender, de forma que recuerdan más a las traducciones en prosa que al punzante y conciso original. Sin abusar del derecho de cita, ofreceremos aquí algunos ejemplos.

El poeta a veces habla directamente de sí:


¿Que debieran vender con cada libro
tiempo para poder leerlo bien?
Debieran a la vez vender espacio.
Si yo en mi biblioteca quiero entrar,
no puedo entrar en librería alguna.

———


Es difícil andar por estas calles
sin esquivar miradas pordioseras,
falsas o de verdad, y siempre tristes.
Hoy alguien me alargó mi propia mano.

———


Me carcajeo tanto de mi estampa
que se han quebrado todos mis espejos
y me muestran mi imagen verdadera,
me dan autoridad en el cultivo
de mi modesto verso epigramático
lo mismo contra tí que contra mí,
ya nunca más a salvo de mis ojos.

———

Pero frecuentemente el yo aparece como :


También en estos versos como en otros
de idéntico cariz confidencial,
no siempre al decir «tú» yo digo «tú»:
me coloco la máscara del «tú»
para ser más sincero todavía,
y mi «yo» me resulte soportable.

———


Deja tus ilusiones de excelencia,
por ser cortés y culto, vestir bien.
No eres más que uno más entre los mases.
Masivamente solo entre los solos.

———

Nunca se dan nombres; el lector contemporáneo debía adivinar a quien se dirigían dardos como estos.


Ni por enfermedad ni por vejez
ni excesos en la mesa o en la cama.
Tampoco por haberle malherido
la funesta manía de pensar.
Murió de sobredosis de sí mismo.

———


Te examinaste de poeta lírico
y te salió muy bien. Summa cum laude.
La pena es que se tenga que hacer público
que formabas tú solo el tribunal.

———

Como muestra el poema anterior, abunda la sátira literaria:


Por tener tantas cosas que escribir
te eximes de leer a los demás.
Maestro popular y convincente,
también en esto tienes seguidores.
Muy pronto no habrá quien te lea.

———


Aunque tú no me leas, yo te leo.
Gozo de los aciertos que consigues
y deletreo, aprendo y rememoro
la lección magistral de tus errores.

———


¿Habiendo concursado tú también,
se atreven a dejar desierto el premio?
El premio se ha otorgado, no lo dudes:
lo ha obtenido el jurado al no premiar.

———


La poesía supo adelantarse
a lo más atrevido de la ciencia.
Desde la muy remota Antigüedad
los clónicos entán entre nosotros,
malos poetas de cualquier escuela.

———


¿Dices que yo te insulto con mis versos?
Cometes un error de apreciación:
eres tú quien se insulta con los suyos.

———

Y, para acabar, un soneto contra el verso blanco:


Soneto en verso blanco no es soneto:
rala tipografía sordomuda,
métrica ni vestida ni desnuda,
y canto ni evidente ni secreto.

¿Que el poema rimado está obsoleto,
una antigualla kitsch, y quién lo duda?
Lo afirma alguna crítica sesuda,
algún poeta falto de respeto

al exhibir pereza y afonía.
Soneto en verso blanco es una excusa
que más bien cara hace pagar la Musa.

Soneto en verso blanco es fantasía
de modernez ya vieja, la flojera
de un vate exangüe en hora postrimera.

———