Friday, June 30, 2017

Ventura Ruiz Aguilera

Un satírico tardío

Don Ventura Ruiz Aguilera murió en Madrid el 1 de julio de 1881. Había nacido en Salamanca el 2 de noviembre de 1820. Estudió medicina en su ciudad natal pero, renunciando a su ejercicio, en 1844 se trasladó a Madrid para participar en la vida política y literaria. Colaboró en periódicos y revistas y llegó a dirigir alguna de ellas, como la prestigiosa El Museo Universal. También fue director del Museo Arqueológico Nacional.

Escribió obras teatrales, novelas y muchos libros de poesías (Ecos nacionales, Sátiras, Elegías,...) Como poeta serio fue apreciado por los críticos más severos; Rosalía tradujo al gallego veinticinco de sus Cantares y don Marcelino incluyó en sus Cien mejores poesías de la lengua castellana una Epístola en tercetos encadenados:

No arrojará cobarde el limpio acero
mientras oiga el clarín de la pelea
soldado que su honor conserve entero
...

Fue también —cosa que aquí más nos importa— poeta humorístico y jocoso, como muestran los poemas recogidos en La Arcadia Moderna y en el Libro de las Sátiras de sus obras completas (aquí), y sobre la naturaleza e importancia del humorismo literario reflexionó en el prólogo de alguno de sus libros.

Tiende a ser más prolijo que ingenioso y más moralista que chistoso. Pese a ello, a veces sus Églogas paródicas tienen cierta gracia:

Al margen de un arroyo, que encamina
su lánguida corriente excristalina
entre un cañaveral medio podrido
por la raíz al cieno mal prendido,
sentose cierto día a pescar ranas
Pinini con Juan Lanas,
...

Presentamos a continuación una amplia selección de sus epigramas.



Aceptando una cartera,

el político don Luis

jura que hace un sacrificio;

y es verdad... el del país.

———



De embajador va Marcial

a regiones apartadas,

y por Dios, no lo hará mal,

pues no conoce rival

en materia de embajadas.

———

Embajada: Proposición o exigencia impertinente.



Con las obras que a destajo

da cierto mozo a la prensa,

a su gloria erigir piensa

un pedestal, y no bajo.

Oiga la pura verdad

y téngala en la memoria:

no lo erije, no, a su gloria,

lo erije a su necedad.

———



Queriendo vagar un día,

Hierros, poeta novel,

fue a visitar a Miguel,

crítico atroz de alma fría,

que, por tinta, gasta hiel.

—¿A qué debo tanto honor?—

dijo éste, y repuso Hierros:

—Vi el tiempo tan seductor,

que me dije: —Pues, señor,

voy a echar la tarde a perros.

———

echar a perros algo: Emplearlo mal o malbaratarlo.



A los pies de un mal autor

echaron coronas tres;

fue justicia, no favor,

pues la obra, que hace furor,

está escrita con los pies.

———



Académico a Barbala

han nombrado, tal se suena:

él está de enhorabuena;

la lengua, de enhoramala.

———



Vio la Academia venir

el fin de la lengua fijo,

y: —¡Ven!— a un mozo le dijo.—

¡Ayúdala á bien morir!

A esto el mozo respondió,

con mucha modestia, a fe:

—A morir la ayudaré;

a morir bien, eso no.

———



Porque libros a buen paso

pare el fecundo Juan Patas,

recibe elogio no escaso;

más fecundas son las ratas

y nadie les hace caso.

———



Con cieno escribe Lirón.

Más nadie que va presuma

por él al vulgar montón;

le basta mojar la pluma

en su propio corazón.

———



Doña Tecla, la de Yecla,

es Tecla muy singular.

—¿Por qué? —Porque es una tecla

que no se deja tocar.

———



Tomándolo casi, Abdón

un beso pide a Consuelo,

y ella cede a su pasión,

pues le da, de un bofetón,

a besar... el santo suelo.

———



A la devota Juliana

diole un atrevido un beso

y ella castigó el exceso

con la humildad más cristiana,

diciendo: —Aunque me mancilla,

imitar quiero al Señor;

repita usted, por favor,...

Aquí está la otra mejilla.

———



Preguntando fray Modesto

a la cándida María

los mandamientos un dia,

le dijo: —¿Cuál es el sexto?

Y ella respondió al contado,

después de haber discurrido:

—Padre, de puro sabido,

confieso que lo he olvidado.

———



—¡Anda con Dios, vida mia!—

dijo un viejo a Lola bella;

y estaba que se moría

el pobre, por causa de ella.

———



—¿Sabe usted, doña Narcisa,

lo que dice Lucas Huerta?

Que por él está usted muerta.

—Sí señor, muerta... de risa.

———



De honrada cuna y brillante

que desciende jura Blas,

aristócrata tunante:

cierto, desciende bastante:

no puede descender más.

———



De un solemne bofetón

satisfacción pide Estrada,

y se la da Melitón

con una buena estocada...

¡No es mala satisfacción!

———



Blas, con ojos de malicia,

un cartel mirando estaba

que un libro nuevo anunciaba

titulado La Justicia.

Leyolo, y no dijo amén;

pero al ver: "Se vende aquí",

torciendo el gesto, habló así:

—Y en otras partes también.

———



Ahora acabo de saber

que en los tés que da Sarasa,

hace su linda mujer

los honores de la casa.

Aunque la nueva me place,

mi gozo será mayor

si quien los honores hace

consigue hacer el honor.

———



El mastuerzo de Canuto

un hijo tiene estudiante;

él dice que es un diamante,

y añaden otros: —En bruto.

———



—¡Ay! ¡Ay! —repitió Garay

en sus instantes postreros,

y alegres los herederos

dijeron:—¡Ha dicho que hay!—

Y era verdad, pues sin dolo,

y con testamento en mano,

así exclamó el escribano:

—Hay... pero deudas tan solo.

———



Juan el pedante, al Simplón,

(que de España está lejano)

en cuanto empiece el verano

va a hacer una expedición.

Yo su voluntad respeto,

pero le diría así:

—Juan, hazla dentro de tí,

y conseguirás tu objeto.

———



Hoy, tras un año corrido

sin verlo en parte ninguna,

a Paredes las de Muna

dijeron: —¡Hola, perdido!—

A cuya frase Paredes,

por causa igual, a su vez,

respondió con sencillez:

—Las perdidas son ustedes.

———



A Juana, que es un cartón

bien algodonado a trechos,

dice Evaristo Morquechos

que de pechos vio al balcón:

no diga: "la vi de pechos",

sino: "la vi de algodón".

———



De noche, en diciembre, y tarde,

retirándose a su casa

un chusco, amigo de guasa,

llamó en la de un tal Velarde

dispuesto a dormir sin tasa.

—¿Qué hay?— dijo en son de reproche

éste, ya en el balcón frío;

y aquel: —Nada, señor mío;

pase usted muy buena noche

y guárdese del rocío.

———



Sunday, June 18, 2017

Diego de Torres Villarroel

El Gran Piscátor

El doctor don Diego de Torres y Villarroel nació en Salamanca y fue bautizado el 18 de junio de 1694. Fue hijo de un librero que —dice don Diego— "leía todos los libros de su tienda". Bailarín y torero, médico y astrólogo, fugitivo de la justicia y catedrático en Salamanca, la historia de su vida daría para una novela, que en efecto él mismo escribió (aquí), así como muchas otras obras satíricas, de devoción, científicas y astrológicas. Tuvieron buen éxito: "Yo confieso" —decia— "que para mí perdieron el crédito y la estirmacion los libros, despues que vi que se vendían y apreciaban los míos." Murió en Salamanca el 19 de junio de 1770.

Admirador e imitador de Quevedo, fue el último de nuestros escritores castizos. Sus poemas fueron editados y publicados por Cueto en la BAE, en el volumen I de los Poetas Líricos del siglo XVIII (aquí).



DÉCIMAS

A una señora que se estaba peinando.

Con bella descompostura

está tu dulce gracejo

consultándole al espejo

grandezas de tu hermosura;

Dichosa la crïatura

que goza, Filis, de ti;

yo desdichado nací,

porque vivo contemplando

que aunque tú te estás peinando,

no te peinas para mí.

———



Discordia de un congreso eclesiástico en la elección del Superior

El rencor, la adulación,

la asechanza, la porfía,

el odio y la simpatía

votan en esta ocasión;

¡Qué tal será la elección

donde hay tedio tan profundo!

Por cierto yo me confundo

de ver en tal desconsuelo,

que donde todo es del cielo

se encuentre tanto del mundo.

———



La ineptitud ambiciosa (1)

Un no sé cómo se llama,

quiere con ansia importuna

escalar a la fortuna

por las faldas de una dama;

Pero el pobre más infama

con lo que intentó valer;

que esto llega a merecer

quien se llegó a persuadir

que es camino de subir

lo que es senda de caer.

———



La ineptitud ambiciosa (2)

Cierto hombrón con inquietud

pretende una dignidad,

y hace de su necedad

caparrota a la virtud;

Mas la suprema aptitud

le desprecia con rigor;

que el príncipe superior

examina que el pobrete

tiene de docto el ribete,

y de avestruz lo interior.

———

Capa rota: "Persona que se envía disimuladamente para algún negocio de consideración."



SONETOS

Ciencia de los cortesanos de este siglo

Bañarse con harina la melena,

ir enseñando a todos la camisa,

espada que no asuste y que dé risa,

su anillo, su reloj y su cadena;

Hablar a todos con la faz serena,

besar los pies a mi sá doña Luisa,

y asistir como cosa muy precisa

al pésame, al placer y enhorabuena;

Estar enamorado de sí mismo

mascullar una arieta en italiano,

y bailar en francés tuerto o derecho;

Con esto, y olvidar el catecismo,

cátate hecho y derecho cortesano,

mas llevaráte el diablo dicho y hecho.

———

Mi sá: Mi señora



Confusión y vicios de la corte

Mulas, médicos, sastres y letrados

corriendo por las calles a millones,

Duques, lacayos, damas y soplones,

todos sin distinción arrebujados;

Gran chusma de hidalguillos tolerados,

cuyo examen lo hicieron los doblones,

y un pegujal de diablos comadrones,

que les tientan la honra a los casados;

Arrendadores mil por excelencia,

metidos a señores los piojosos,

todo vicio con nombre de decencia;

Es burdel de holgazanes y de ociosos,

donde hay libertad suma de conciencia

para idiotas, malsines y tramposos.

———

Malsín: "Cizañero, soplón."



Habla con don Francisco de Quevedo en las sátiras de los cornudos

¡Ah, señor don Francisco! ¡Si usted viera

el mundo cómo está desde aquel día

que vino aquella tal señora mía

a cobrar en sus ansias la postrera!

¡Ay, amigo, que no lo conociera!

Porque entonces, al fin, se distinguía

el animal del bruto, y así había

quien viese la función en talanquera.

Para cuatro cornudos vergonzantes

que usté alcanzó en su siglo ya perdido,

hizo extremos y sátiras picantes.

Dé mil gracias a Dios no ser nacido,

pues si hubiera alcanzado chichisbantes,

antes fuera cornudo que marido.

———

Alude a la costumbre dieciochesca del chichisbeo: "Galanteo, obsequio y servicio cortesano asiduo de un hombre a una dama."



Pinta lo miserable de sus conveniencias

En una cuerna un celemín de sal,

un san Onofre al óleo en un papel,

y un tintero, dos libros, un rabel,

y un cántaro con agua elemental.

Estas alhajas tengo en mi portal,

que es mi casa, mi alcoba y mi dosel,

donde sirve de cama mi buriel,

y de sillón un duro pedernal.

Sobre un poyo de piedra está un candil

que me da luz hasta que sale el sol;

ceno una sopa a veces de pernil,

Leo en Quevedo, célebre español,

y alegre en mi tiniebla y su pensil,

no se me da del mundo un caracol.

———

Conveniencias: " Haberes, rentas, bienes." Buriel: Paño buriel, "paño pardo del color natural de la lana." Pensil: "Jardín delicioso."



Con los mismos consonantes que don Francisco de Quevedo desengaña a los soberbios de su vanidad

Engulle el poderoso rica sopa,

cuando a mí me contenta una zurrapa,

y siendo el mundo dilatado mapa,

le parece a su vicio estrecha copa.

Con bordada, sutíl y blanda ropa

el barro humano diligente tapa,

y a mí me envuelve miserable capa

y un negro camisón de ruda estopa.

Ostenta a todos la gotosa tripa,

y puede ser el que mejor me sepa

a mí la sucia bota que a él su pipa;

De la humana miseria huyendo trepa;

pero, por más que puja, anda y ahípa,

todos somos racimos de una cepa.

———



Sunday, June 11, 2017

Cristóbal de Castillejo

Un monje alegre

Cristóbal de Castillejo murió en Viena el 12 de junio de 1550. Había nacido en Ciudad Rodrigo (Salamanca) el año de 1490. Desde su juventud estuvo al servicio de Fernando de Habsburgo —el futuro emperador Fernando I— a quien siguió a Alemania y cuyo secretario fue. Profesó como monje del Císter, aunque vivió mundanamente. Finalmente se retiró a un convento en Neustadt, cerca de Viena, en el cual murió y donde —dicen— se conserva aún su tumba.

Escribió mucho, en prosa y en verso: Obras de amores, Obras de conversación y pasatiempo y Obras morales y de devoción. Satirizó la nueva poética italianizante de Garcilaso y Boscán; él prefirió seguir escribiendo en el estilo cancioneril castellano, aunque depurado de excesos conceptistas. Sus obras fueron publicadas en Amberes —algo expurgadas por la Santa Inquisición— el año de 1598 (aquí) y editadas en la BAE por Durán (aquí), cuya lección reproducimos.



Comenzamos con algunas coplas epigramáticas:

Respuesta a un caballero que le envió una copla mal trovada

Una copla me enviastes,

señor, de mala yacija,

hecha con pies de estornija;

el mal es que trasnochastes,

y al cabo paristes hija.

Mas, sin más satisfacción

de los yerros que hay en ella,

sois digno de haber perdón

siquiera por la pasión

que pasastes en hacella.

———

Ser de mala yacija: ser de mal dormir. Estornija: Anillo de hierro que se pone en el pezón del eje de los carruajes, para que no se salga la rueda. Supongo que "pies de estornija" alude a lo retorcido y duro de los versos. Mala noche y parir hija: "denota haber tenido mal suceso algún negocio o pretensión, después de haber aplicado todo el mayor trabajo y cuidado para conseguirle." (Dic. Autoridades)



A otro, por otro tanto

Vuestras coplas recibí,

y es cierto que si no fuera

porque no digáis de mi

que de envidia no las vi,

de asco no las leyera.

Y porque daros razón

de los yerros que llevaban

era daros mas pasión,

no os digo sino que son

cuales de vos se esperaban.

———



A otro, por lo mismo

El que las coplas hicistes,

todos los que las miramos

sabed que en deuda os quedamos

de la risa que nos distes;

pero vos de vos y dellas

quejaros también podréis,

porque el tiempo nos debéis

que gastamos en leellas.

———



A un mal pagador

Pues no se excusa perderos,

según qué camino va,

yerro pienso que será

dejar perder mis dineros.

Y pues por tan poco precio

perderme, señor, queréis,

más quiero que me acuséis

de importuno que de necio.

———



A una guarnición de terciopelo que le envió un caballero

En cueros me la envió

con mil golpes por la cara;

si el pelo no le faltara,

el tercio bien acudió;

pues viene sobrerraída,

señal es que fué borrón,

porque para guarnición

viene muy desguarnecida.

———



Quizás para demostrar que no era tan difícil, Castillejo compuso un par de sonetos burlones contra la nueva manera de trovar.

De Contra los que dejan los metros castellanos y siguen los italianos

Garcilaso y Boscán, siendo llegados

al lugar donde están los trovadores

que en esta nuestra lengua y sus primores

fueron en este siglo señalados,

los unos a los otros alterados

se miran, demudadas las colores,

temiéndose que fuesen corredores

o espías o enemigos desmandados;

Y juzgando primero por el traje,

pareciéronles ser, como debía,

gentiles españoles caballeros;

Y oyéndoles hablar nuevo lenguaje,

mezclado de extranjera poesía,

con ojos los miraban de extranjeros.

———



—Musas italïanas y latinas,

gentes en estas partes tan extraña,

¿cómo habéis venido a nuestra España,

tan nuevas y hermosas clavellinas?

O ¿quién os ha traido a ser vecinas

del Tajo y de sus montes y campaña?

O ¿quién es el que os guia o acompaña

de tierras tan ajenas peregrinas?

—Don Diego de Mendoza y Garcilaso

nos trujeron, y Boscán y Luis de Haro,

por orden y favor del dios Apolo.

Los dos llevó la muerte paso a paso,

el otro Solimán, y por amparo

solo queda don Diego, y basta solo.

———



Y, para acabar, un par de parodias.

De la querella de un macho contra su amo, que le cargaba demasiado haciendo jornada en la corte del Rey de Romanos

Villancico

¡Oh cuán mala que sois! Mala

para mí,

por mi mal os conocí.

En casa del coronel,

mi señor gentil y bueno,

con sola mi silla y freno

era muy contento él.

Vos, señor, como cruel,

echaisme el albarda así;

nunca yo os lo mereci.

¡Oh cuán mala que sois! Mala

para mí,

por mi mal os conocí.

———

El refrán es, supongo, una canción tradicional de tema amoroso. Pero Castillejo juega con la palabra "mala" (que también significaba "valija") y convierte el lamento del amante en el lamento de un mulo sobrecargado.



A un cierto escribano confeso, baratón y apañador, pero buen compañero

Al muy impotente, bestial, vagabundo

Hernando Corneja, buharro, torzuelo;

aquel contra quien de dichos abundo,

aquel ante quien es lindo el mochuelo,

aquel que de tierra jamás alzó vuelo,

por ser como plomo su cuerpo pesado,

milano tripero en cieno mudado,

pihuelas de esparto, nariz por señuelo.

———

Esta octava es parodia (por los mismos consonantes) de la primera del Laberinto de Fortuna de Juan de Mena, entonces considerada la obra cumbre de la poesía castellana: Al muy prepotente don Juan el segundo,/ aquel con quien Júpiter tuvo tal celo...

Confeso: Se decía del judío convertido. Baratón: comerciante. Buharro, torzuelo: aves rapaces. Pihuela: Correa con que se guarnecen y aseguran los pies de los halcones y otras aves.



Sunday, June 4, 2017

Manuel del Palacio

Un liberal pasado por agua

Manuel del Palacio y Simó murió en Madrid el 5 de junio de 1906. Había nacido el día de Nochebuena de 1831 en Lérida, donde se encontraba su padre, militar. Como él mismo dice en su Autobiografía,

De la guerra por azar
y de mi estirpe el segundo,
en Lérida vine al mundo
sin poderlo remediar.
[...]
En Nochebuena nací,
y entre placeres y penas
sesenta y dos Nochebuenas
han corrido para mí.

Y nos sigue contando

Latín en Soria cursé,
Letras en Valladolid,
y en La Coruña y Madrid
algo que luego olvidé.

Fue empleado público, poeta y también periodista político; con afilada y democrática pluma desde las páginas del Gil Blas hostigó a gentes poco amigas de bromas, por lo que fue desterrado a Puerto Rico en 1867:

Por sobra de candidez
o falta de picardía,
tras de mí la policía
anduvo más de una vez

Tras la Gloriosa y la Restauración vivió con más tranquilidad como escritor y diplomático. Cesado en 1898, dijo chistosamente del ministro correspondiente:

Parece grande y es chico;
fué ministro porque sí,
y en cuatro meses y pico
perdió a Cuba, a Puerto Rico,
a Filipinas y a mí.

Ingresó en la Academia Española en 1890.

Su lengua es correcta sin afectación, su estilo fácil y su versificación impecable. Críticos exigentes como don Marcelino o don Juan Valera alabaron sus poesías serias. Clarín llegó a decir que en España solo había dos poetas: Campoamor y Núñez de Arce; y 0,50 de poeta, nuestro Palacio; quien molesto por esta apreciación —en el fondo elogiosa— se enzarzó con el crítico en una desagradable polémica.

Pero si hoy lo recordamos aquí es por las carretadas de ingenio y humor que derramó en sonetos, coplas y epigramas. El lector curioso puede comprobarlo hojeando alguno de sus libros digitalizados aquí, aquí, aquí o aquí, de los cuales ofrecemos una pequeña muestra.



Comenzamos con un puñado de cantares y filosofías al estilo campoamórico:

Estrenó dentadura Irene Pazos:

¿a qué amiga del alma hará pedazos?

———



Entre todas las faltas, considero

que es la mayor la falta de dinero.

———



Sin ciencia y sin conciencia

tiene grandes encantos la existencia.

———



Los sentimientos del hombre

y el cuerpo de la mujer

lucen vestidos: ¡qué pocos

resisten la desnudez!

———



No hay un tonto, entre los muchos

que de serlo dan indicios,

del que, con poco trabajo,

no pueda sacarse un pillo.

———



Ayer le tocó en mi calle

el premio grande a don Gil:

si el premio fuera una teja

me hubiera tocado a mí.

———



No he comprendido jamás

que haya escritores, quizás

de los de mayor aliento,

que malgasten su talento

negando el de los demás.

———



Presta a los infelices y a los pobres

atención y consuelo;

Pero si has menester que lo vuelvan,

no les prestes dinero.

———



Era la noche oscura,

desierto el sitio.

Nos hallábamos solos...

¡Qué tontos fuimos!

———



Continuamos con alguno de sus Sonetos filosóficos (Palacio fue gran sonetista).

Al despertar

—¿Quién eres, ángel, que ante mí apareces,

como en nublado cielo blanca aurora.

y al corazón, que desengaños llora,

paz y consuelo y esperanza ofreces?

Yo te he visto en mis sueños muchas veces

juguete de ilusión fascinadora,

y vive en mí tu imagen seductora,

y con tu puro aliento me estremeces.

¿Eres quizá la sífide hechicera

que amada de las nubes y las brisas

llevarme quieres a su azul esfera?

Flores hollando vas por donde pisas...

—¿Quién eres? —Soy, señor, la lavandera,

y vengo a que me pague las camisas.

———



El néctar de los dioses

Mezcla en un vaso de cristal de roca

y a ser posible, de oro y pedrería,

tres dracmas de placer, dos de poesía,

y cuatro o cinco de soberbia loca.

Del horno del amor ponle a la boca,

y cuando no haya hervido todavía

añádele onza y media de alegría

y seis gotitas de café de Moka.

Si advirtieras que forma mucha espuma,

en un trozo de blonda catalana

colarlo debes con presteza suma.

Déjalo reposar por la mañana,

y removido bien con una pluma

ya lo puedes tirar por la ventana.

———



La erupción

Hierve la sangre en las hinchadas venas,

fuego brotar parecen las mejillas,

se doblan hacia el suelo las rodillas

y el hombre más audaz respira apenas.

Rompiera, á hallarse preso, sus cadenas

y de valor hiciera maravillas;

pero siente en el cuerpo unas cosquillas

que vértigo le dan y angustia y penas.

Arroja espuma su entreabierta boca,

retuércese en las sienes el cabello,

todo le hiela y todo le sofoca;

Su bronco respirar es ya resuello...

Rompe al fin la erupción, y sólo toca

un grano en la nariz y otro en el cuello.

———



Morir habemus

Ese pollo que ves en la cocina

colgado de las patas y sin pluma,

ese vaso de vino con espuma

que te hace andar á ratos de bolina:

esa apretada y roja tagarnina

que menos arde cuanto más se fuma,

ese dolor de muelas que te abruma

y esa baja de fondos que te arruina;

no son, como tú piensas, nimiedades,

ni caprichos tampoco de la suerte

que otros suelen llamar casualidades.

Ejemplos son con que el Señor te advierte

en la forma que cumple á sus bondades,

que todo es ilusión, menos la muerte.

———



Unas cuantas caídas análogas, en metros más populares:

Arroyuelo que riegas

la hermosa quinta

donde soñando amores

vive Dorila...

Si los pies le lavaras

¡qué bien harías!

———



Ya derretida baja la nieve

del alto monte;

ya las ventiscas y los nublados

huyen veloces,

Todo revive, todo florece,

llanura y bosque;

mas ¡ay! ¡qué poco duran las lilas!

¡Y cuánto, en cambio, los alcornoques!

———



Yo tuve días muy grandes...

en que madrugaba mucho

y me acostaba muy tarde.

———



Arturito Rosal, guapo muchacho,

y muy pundonoroso, aunque borracho,

viéndose despedido por la novia,

de la cual aspiraba al usufructo,

montóse en el Viaducto

y se apeó en la calle de Segovia.

Harás muy mal ¡oh, joven inocente!

olvidando la máxima siguiente:

no sirvas a dos amos en tu vida;

entrégate al amor o a la bebida.

———



Maresita mía,
no sé lo que tengo,

que salgo de casa con dos o tres duros

y vuelvo sin ellos.

———



Ahora unos inocentes (o no tanto) juegos de palabras:

Hablábamos de Pascual

y me preguntó Jeromo:

—¿Lo tratas? —Sí. —Pero,... ¡cómo!

—Como se merece: mal.

———



"¡Igualdad!", oigo gritar

al jorobado Torroba.

Y se me ocurre pensar:

¿Quiere verse sin joroba,

o nos quiere jorobar?

———



Limpio de polvo y de paja

jura el sargento Lirón

salir de la prevención

donde le dieron de baja.

Pero el jefe, que es agudo,

dice al ver su candidez:

—Limpio de polvo, tal vez,

pero de paja, lo dudo.

———

Prevención: Puesto de policía o vigilancia de un distrito, donde se lleva preventivamente a las personas que han cometido algún delito o falta.



Enfermo está el avaro don Vicente,

y morir no le aflige ni intimida:

el dar el alma a Dios es lo que siente.

Es lo primero que dará en su vida.

———



No tiene un maravedí,

¿y a baños se marcha Tello?

Si está con el agua al cuello,

¿qué más baño que el de aquí?

———



Todas las órdenes lleva

en su pecho don Zenón,

y ayer recibió una nueva...

pero ha sido de prisión.

———

v. 1: orden es aquí "condecoración".



Ayer se casó Teresa

con el gordinflón Perico,

y ya dice que le pesa:

¡me lo explico!

———



¿Nuestro enemigo común

llamas a Juan? No te digo

mi opinión sobre ese atún:

suprimo lo de enemigo

y le hago favor aún.

———

común: retrete



Casó Milagro en Teruel

con un capitán de Almagro;

vino a la Corte con él,

y al año fué coronel...

—Pero ¿cómo? —Por milagro.

———



Doctor en Lovaina Olave

se titula en la ciudad;

lo de doctor no se sabe,

lo de Lo vaina es verdad.

———



—Con nadie cambia ya Holgado

ni saludo ni palabra.

—Pues ¡qué! ¿salió diputado?

—No; pero lo han declarado

hijo adoptivo de Cabra.

———



De tu casa, bella Clara,

te ve la gente salir,

y bien hace, en mi sentir,

si con el sol te compara:

pues, aunque de varios modos

encanta vuestro arrebol,

os parecéis tú y el sol

en que salís para todos.

———



Algo de misoginia, no sé si San Google me cerrará el blog:

Entre una mujer y un perro

Juan sus quehaceres reparte:

a ella la mima, y le gruñe;

a él lo castiga, y le lame.

———



Una mujer y una gata

domestico yo a la vez;

los arañazos que tengo

todos son de mi mujer.

———



—¿Por qué has elegido, Peña,

una mujer tan pequeña?

—Porque estudio en libros buenos,

y la lógica me enseña

a tomar del mal el menos.

———



Y otros varios rasgos de ingenio:

Que son mis orejas grandes,

Fabio amigo, me motejas;

tienes razón, y en las tuyas

advierto la diferencia.

Para ser de hombre, las mías

son colosales de veras;

mas las tuyas, para un burro

como tú, son muy pequeñas.

———



—Sólo dependo de mí—

decir a un pedante oí;

y yo, que sé su valor:

—No pudo usted —añadí—

tener un amo peor.

———



Política: arte ramplón

que se aprende mal y pronto,

y en la española nación

es constante ocupación

de algún sabio y mucho tonto.

Tuvo por madre la intriga;

llamóla el favor amiga;

hiere una vez y otra halaga;

y, según desune o liga,

lo mismo pega que paga.

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¿Un bofetón a Ginés,

que halló tus versos medianos,

le atizaste? Razón es;

bien puede hablar con las manos

quien escribe con los pies.

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En 1864, con la colaboración de Luis Rivera, publicó Palacio el libro Cabezas y Calabazas o Retratos al vuelo de las notabilidades en política, en armas, en literatura, en artes, en toreo y en los demás ramos del saber y de la brutalidad humana. Acabamos ofreciendo al lector alguno de ellos.

Alba (Duque de)

Dos siglos ha ganó un Alba

por conquista a Portugal;

tus conquistas valen menos

y te cuestan mucho mas.

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Bahamonde (Florencio R.)

¡No le tratéis con desdén!

Es un político tierno;

si a la patria no hizo bien

supo hacérselo a su yerno.

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Catalina (Severo)

Moraliza a la mujer

en un libro, y hace mal;

si le enseñara su cara

tal vez consiguiera mas.

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Hurtado (Antonio)

¡Cosas del mundo! escribió,

y aunque de ingenio profundo

grandes pruebas nunca dio,

nombre y gobierno alcanzó;

ya se ve: ¡Cosas del mundo!

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López de Ayala (Adelardo)

El tanto por ciento Ayala

como literato ha hecho,

pero como hombre político

siempre hará el tonto por ciento.

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Madoz (Pascual)

—¿Progresista? —Lo fué siempre.

—¿Libre cambista? —¡Jamás!

—Pues entonces ¿qué es Madoz?

—¿Qué ha de ser? ¡Un catalán!

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Osuna (Duque de)

Debe a Dios el nacimiento,

debe a sus padres los bienes;

de modo que es este duque

notable por lo que debe.

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Ros de Olano (Antonio)

Hizo unos versos a Dios

por dar gusto á su ayudante,

le faltaba un consonante

y entonces inventó el ros.

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Rute (José Antonio)

Hace tiempo que al país

viene prestando servicios,

pero le presta catorce

y le cobra veinticinco.

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Arce (Gaspar Núñez)

Hace en artículos bellos

la guerra á los liberales,

mas no cuenta entre sus males

haber él salido de ellos.

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Escrich (Enrique Pérez)

Es un modesto escritor

que pasa días felices

persiguiendo con ardor

en el monte, a las perdices,

en Madrid, al editor.

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López García (Bernardo)

Vino á la Corte demócrata,

de versos hizo un sin fin,

ha dejado sus ideas

por una cruz, y es feliz.

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Ochoa (Eugenio de)

En París donde reside,

se ocupan muy poco de él,

y en España se le elogia

porque habla bien el francés.

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