Sunday, May 19, 2019

Límericks

Limericks

Ayer, el ilustre Monsieur de Sans-Foy nos ofrecía en Túiter un puñado de simpáticos limericks:

En París, un señor de Jalisco
miccionó contra el gran obelisco.
Un gendarme le vio...
¡qué paliza le dio!
Terminó con la espalda hecha cisco.

¿Qué es un limerick?

Limerick (en irlandés, Luimneach) es una ciudad de Irlanda. Pero también es el nombre que se le da a cierta estrofa inglesa formada por cinco versos que riman AABBA, es decir, el primero con el segundo y el quinto, y el tercero con el cuarto (por cierto, ni el Diccionario Oxford sabe por qué los límericks se llaman así.) Los versos primero, segundo y quinto tienen tres sílabas acentuadas (tres pies); los versos tercero y cuarto tienen solo dos sílabas acentuadas.

Es habitual que cada sílaba acentuada vaya precedida por dos sílabas átonas (ritmo anapéstico).

Un limerick es siempre humorístico y habitualmente absurdo. He aquí un ejemplo de Edward Lear:

There was an Old Man with a beard,
Who said, 'It is just as I feared!
Two Owls and a Hen,
Four Larks and a Wren,
Have all built their nests in my beard!'

Si representamos con - cada sílaba átona y con + cada sílaba acentuada, queda un perfecto ritmo anapéstico (con sustitución yámbica en el primer pie)

-+ --+ --+
-+ --+ --+
-+ --+
-+ --+
-+ --+ --+

Una traducción literal sería

Había un Viejo con barba,
que dijo: '¡Es cómo temía!
¡Dos búhos y una Gallina,
cuatro Alondras y un Chochín,
todos han hecho su nido en mi barba!'

En castellano la métrica no se basa tanto en los acentos como en el número de sílabas; así que en los límericks escritos en nuestra lengua nos olvidamos de los anapestos y recurrimos habitualmente a nuestros familiares endecasílabos y heptasílabos. O sea, que los versos 1º, 2º y 5º suelen ser de once sílabas y los 3º y 4º de siete, como en este ejemplo de María Elena Walsh:

Si las víboras fueran elegantes,
si usarán pantalón, galera, guantes
y moñitos de raso,
igual no habría caso:
quedarían tan feas como antes.
(galera: Sombrero de copa redondeada, o alta y cilíndrica, y alas abarquilladas.)

El límerick es una de esas extravagancias de que tanto gustan los británicos y sus primos de Nueva Inglaterra. El gran autor de límericks fue Edward Lear, quien escribió inmumerables Nonsenses. Aquí se puede encontrar la primera edición de su libro en html y aquí en pdf.

Los tratadistas ingleses distinguen tres tipos de límericks según el verso final. En el primer tipo el verso quinto (y último) coincide con el primero. En los límericks del segundo tipo coinciden solamente las palabras finales de estos dos versos (así son los límericks de Lear). En los límericks del tercer tipo el primero y el último versos solo están relacionados por la rima.

Muchas otras reglas se han enunciado para definir los límericks ortodoxos. Por ejemplo, se exige que la palabra final del primer verso sea un topónimo; que la rima de esta palabra sea difícil; o que el poema se divida claramente en tres partes (introducción en los dos primeros versos; desarrollo en dos dos siguientes; y conclusión en el último verso). Todas estas reglas se siguen en este límerick de Lear:

There was an old man of Thermopylae
Who never did anything properly;
But they said, 'If you choose
To boil eggs in your shoes
You shall never remain in Thermopylae.'

(Había un Viejo en las Termópilas
que nunca hizo nada bien;
pero le dijeron: 'Si eliges
cocer huevos en tus zapatos
nuca te quedarás en las Termópilas.')

El límerick tiende siempre a lo humorístico y a lo absurdo (nonsense). Es muy apropiado para rimas infantiles, pero también para poemas jocosos y levemente obscenos.

No se ha cultivado demasiado el límerick en nuestra lengua, pero podemos mostrar muy buenos ejemplos de ambos extremos del espectro. Para rimas infantiles, he aquí algunas muestras del Zoo Loco de María Elena Walsh:

Un canario que ladra si está triste,
que come cartulina en vez de alpiste,
que se pasea en coche
y toma sol de noche,
estoy casi seguro que no existe.

¿Saben qué le sucede a esa Lombriz
que se siente infeliz, muy infeliz?
Pues no le pasa nada,
sólo que está resfriada
y no puede sonarse la nariz.

Una hormiga podrá tener barriga
que a nadie desconcierta ni fatiga.
Lo que a toda la gente
le parece indecente
es tener una hormiga en la barriga.

En Tucumán vivía una Tortuga
viejísima, pero sin una arruga,
porque en toda ocasión
tuvo la precaución
de comer bien planchada la lechuga.

Y en cuanto a poesías más adultas, Ricardo Bada nos ofrece unas cuantas que rozan la perfección:

Una vez, una chica en Calahorra,
tan lerda y con tantísima pachorra,
en medio de un orgasmo
dijo con entusiasmo:
Lo que a mí sí me gusta es Radio Andorra.

Una muchacha en Bucaramanga,
a quien gustaba mucho la pachanga,
notó, bailando un tango,
que le crecía un mango
en el vértice mismo de su tanga.

Una vez un gamberro en Reykiavik
confesó padecer un raro tic:
chupándole una teta
a su amiga Julieta
creía estar chupando un tetrabrik.

Para acabar esta entrada, mi modesta aportación:

Un viejo en Villanueva del Trabuco
se sonaba los mocos el muy cuco.
Y tanto se sonaba
que se desatoraba
el trabuco del viejo del Trabuco.