Tuesday, November 14, 2017

Miguel de los Santos Álvarez

Lo bueno, si breve...

Don Miguel de los Santos Álvarez y Unzueta murió en Madrid el 15 de noviembre de 1892. Había nacido en Valladolid el 5 de julio de 1818 de padre abogado y liberal. Estudió leyes en su ciudad natal y fue amigo de Zorrilla y aún más de Espronceda. Tras las revueltas de 1848 hubo de emigrar a París. A su vuelta sirvió a la Administración y llegó a ser ministro plenipotenciario en Méjico y consejero de Estado.

Según dice don Narciso Alonso Cortés, y no es cosa de contradecirle, en su obra literaria

se mezclan, en brusquedades y rasgos geniales,los más delicados chispazos de sentimiento con las más sutiles reflexiones y los alardes del mayor escepticismo.

En aquellos días fue famosísimo su poema María. Escribió algunas poesías y prosas en las más selectas revistas literarias y publicó un libro de cuentos y la novelita La protección de un sastre. Autor muy original y de corta obra, a nosotros nos interesa especialmente; pues, como dice el mismo Alonso Cortés, acaso ningún escritor español le haya igualado en la senda del humorismo. Prueba de ello son sus Fábulas de 1845 (de las que no he encontrado edición digital) y las dos adicionales que aparecen en el sicalíptico Cancionero moderno de obras alegres.

Fábulas

Un gato y un ratón se convinieron,

y recíprocamente se comieron.

¡Efectos de la gula, mal pecado,

que debes evitar, Teotimo amado!

———



El diablo, por jugar, una mañana

se puso una sotana,

y se fué á decir misa

sin casulla y en mangas de camisa;

pero al llegar al atrio de la iglesia,

se convirtió en estatua de magnesia.

¡No te burles jamás del ritual,

porque esto sale casi siempre mal!

———



Un Rey encontró un día

a un clérigo manchego, que leía;

saludó el Rey, y el cura saludó,

y el Rey pasó, y el clérigo pasó.

¡Sé urbano y comedido con las gentes,

y probarás mil gozos inocentes!

———



Un gato enamorado con exceso

de una ratona, quiso darle un beso,

mas apenas besóla, que tragóla,

sin saber lo que hacia, hasta la cola;

y tragada una vez, por compasión

hizo de ella una buena digestión.

¡Amado Teotimo, no te aflijas

y haz leer esta fábula á tus hijas!

———



Un perro catalán y un gato griego,

los dos apasionados por el juego,

y los dos arruinados

por las fatales suertes de los dados,

se hallaron ambos por acaso juntos

en casa de uno de los mil difuntos

que por razón de su carácter serio

habitaban un triste cementerio,

y era el difunto (aunque advertencia vana,

pues de difunto el nombre

indica vaina de alma siempre de hombre),

era el difunto de la especie humana.

Como eran tres, el caso era sencillo,

armaron una mesa de tresillo;

y en el difunto hallaron perro y gato

la horma de su zapato;

si ellos jugaban toda su fortuna,

que, afortunadamente, era ninguna,

él, más ciego, jugaba en la partida.

¡tal era su pasión! su propia vida.

No hay que decir que al fin de la velada,

aquel que más ganó, no ganó nada.

¡Teotimo, por Dios, nunca en tus cuentas

cuentes con las pasiones vïolentas!

———



Del Cancionero de obras alegres

En el calor de su amoroso trato

una gata gozaba sobre un gato;

y sé de buena tinta

que al mes cabal el gato estaba encinta.

Esto, amado Teótimo, te enseña

que el que cae debajo es quien se empreña.

———



Cierto prelado metropolitano

daba a sus familiares por el ano.

Trae mil inconvenientes

la familiaridad con ciertas gentes.

———



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