Un satírico tardío
Don Ventura Ruiz Aguilera murió en Madrid el 1 de julio de 1881. Había nacido en Salamanca el 2 de noviembre de 1820. Estudió medicina en su ciudad natal pero, renunciando a su ejercicio, en 1844 se trasladó a Madrid para participar en la vida política y literaria. Colaboró en periódicos y revistas y llegó a dirigir alguna de ellas, como la prestigiosa El Museo Universal. También fue director del Museo Arqueológico Nacional.
Escribió obras teatrales, novelas y muchos libros de poesías (Ecos nacionales, Sátiras, Elegías,...) Como poeta serio fue apreciado por los críticos más severos; Rosalía tradujo al gallego veinticinco de sus Cantares y don Marcelino incluyó en sus Cien mejores poesías de la lengua castellana una Epístola en tercetos encadenados:
No arrojará cobarde el limpio acero
mientras oiga el clarín de la pelea
soldado que su honor conserve entero
...
Fue también —cosa que aquí más nos importa— poeta humorístico y jocoso, como muestran los poemas recogidos en La Arcadia Moderna y en el Libro de las Sátiras de sus obras completas (aquí), y sobre la naturaleza e importancia del humorismo literario reflexionó en el prólogo de alguno de sus libros.
Tiende a ser más prolijo que ingenioso y más moralista que chistoso. Pese a ello, a veces sus Églogas paródicas tienen cierta gracia:
Al margen de un arroyo, que encamina
su lánguida corriente excristalina
entre un cañaveral medio podrido
por la raíz al cieno mal prendido,
sentose cierto día a pescar ranas
Pinini con Juan Lanas,
...
Presentamos a continuación una amplia selección de sus epigramas.
Aceptando una cartera,
el político don Luis
jura que hace un sacrificio;
y es verdad... el del país.
———
De embajador va Marcial
a regiones apartadas,
y por Dios, no lo hará mal,
pues no conoce rival
en materia de embajadas.
———
Embajada: Proposición o exigencia impertinente.
Con las obras que a destajo
da cierto mozo a la prensa,
a su gloria erigir piensa
un pedestal, y no bajo.
Oiga la pura verdad
y téngala en la memoria:
no lo erije, no, a su gloria,
lo erije a su necedad.
———
Queriendo vagar un día,
Hierros, poeta novel,
fue a visitar a Miguel,
crítico atroz de alma fría,
que, por tinta, gasta hiel.
—¿A qué debo tanto honor?—
dijo éste, y repuso Hierros:
—Vi el tiempo tan seductor,
que me dije: —Pues, señor,
voy a echar la tarde a perros.
———
echar a perros algo: Emplearlo mal o malbaratarlo.
A los pies de un mal autor
echaron coronas tres;
fue justicia, no favor,
pues la obra, que hace furor,
está escrita con los pies.
———
Académico a Barbala
han nombrado, tal se suena:
él está de enhorabuena;
la lengua, de enhoramala.
———
Vio la Academia venir
el fin de la lengua fijo,
y: —¡Ven!— a un mozo le dijo.—
¡Ayúdala á bien morir!
A esto el mozo respondió,
con mucha modestia, a fe:
—A morir la ayudaré;
a morir bien, eso no.
———
Porque libros a buen paso
pare el fecundo Juan Patas,
recibe elogio no escaso;
más fecundas son las ratas
y nadie les hace caso.
———
Con cieno escribe Lirón.
Más nadie que va presuma
por él al vulgar montón;
le basta mojar la pluma
en su propio corazón.
———
Doña Tecla, la de Yecla,
es Tecla muy singular.
—¿Por qué? —Porque es una tecla
que no se deja tocar.
———
Tomándolo casi, Abdón
un beso pide a Consuelo,
y ella cede a su pasión,
pues le da, de un bofetón,
a besar... el santo suelo.
———
A la devota Juliana
diole un atrevido un beso
y ella castigó el exceso
con la humildad más cristiana,
diciendo: —Aunque me mancilla,
imitar quiero al Señor;
repita usted, por favor,...
Aquí está la otra mejilla.
———
Preguntando fray Modesto
a la cándida María
los mandamientos un dia,
le dijo: —¿Cuál es el sexto?
Y ella respondió al contado,
después de haber discurrido:
—Padre, de puro sabido,
confieso que lo he olvidado.
———
—¡Anda con Dios, vida mia!—
dijo un viejo a Lola bella;
y estaba que se moría
el pobre, por causa de ella.
———
—¿Sabe usted, doña Narcisa,
lo que dice Lucas Huerta?
Que por él está usted muerta.
—Sí señor, muerta... de risa.
———
De honrada cuna y brillante
que desciende jura Blas,
aristócrata tunante:
cierto, desciende bastante:
no puede descender más.
———
De un solemne bofetón
satisfacción pide Estrada,
y se la da Melitón
con una buena estocada...
¡No es mala satisfacción!
———
Blas, con ojos de malicia,
un cartel mirando estaba
que un libro nuevo anunciaba
titulado La Justicia.
Leyolo, y no dijo amén;
pero al ver: "Se vende aquí",
torciendo el gesto, habló así:
—Y en otras partes también.
———
Ahora acabo de saber
que en los tés que da Sarasa,
hace su linda mujer
los honores de la casa.
Aunque la nueva me place,
mi gozo será mayor
si quien los honores hace
consigue hacer el honor.
———
El mastuerzo de Canuto
un hijo tiene estudiante;
él dice que es un diamante,
y añaden otros: —En bruto.
———
—¡Ay! ¡Ay! —repitió Garay
en sus instantes postreros,
y alegres los herederos
dijeron:—¡Ha dicho que hay!—
Y era verdad, pues sin dolo,
y con testamento en mano,
así exclamó el escribano:
—Hay... pero deudas tan solo.
———
Juan el pedante, al Simplón,
(que de España está lejano)
en cuanto empiece el verano
va a hacer una expedición.
Yo su voluntad respeto,
pero le diría así:
—Juan, hazla dentro de tí,
y conseguirás tu objeto.
———
Hoy, tras un año corrido
sin verlo en parte ninguna,
a Paredes las de Muna
dijeron: —¡Hola, perdido!—
A cuya frase Paredes,
por causa igual, a su vez,
respondió con sencillez:
—Las perdidas son ustedes.
———
A Juana, que es un cartón
bien algodonado a trechos,
dice Evaristo Morquechos
que de pechos vio al balcón:
no diga: "la vi de pechos",
sino: "la vi de algodón".
———
De noche, en diciembre, y tarde,
retirándose a su casa
un chusco, amigo de guasa,
llamó en la de un tal Velarde
dispuesto a dormir sin tasa.
—¿Qué hay?— dijo en son de reproche
éste, ya en el balcón frío;
y aquel: —Nada, señor mío;
pase usted muy buena noche
y guárdese del rocío.
———
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