El Gran Piscátor
El doctor don Diego de Torres y Villarroel nació en Salamanca y fue bautizado el 18 de junio de 1694. Fue hijo de un librero que —dice don Diego— "leía todos los libros de su tienda". Bailarín y torero, médico y astrólogo, fugitivo de la justicia y catedrático en Salamanca, la historia de su vida daría para una novela, que en efecto él mismo escribió (aquí), así como muchas otras obras satíricas, de devoción, científicas y astrológicas. Tuvieron buen éxito: "Yo confieso" —decia— "que para mí perdieron el crédito y la estirmacion los libros, despues que vi que se vendían y apreciaban los míos." Murió en Salamanca el 19 de junio de 1770.
Admirador e imitador de Quevedo, fue el último de nuestros escritores castizos. Sus poemas fueron editados y publicados por Cueto en la BAE, en el volumen I de los Poetas Líricos del siglo XVIII (aquí).
DÉCIMAS
A una señora que se estaba peinando.
Con bella descompostura
está tu dulce gracejo
consultándole al espejo
grandezas de tu hermosura;
Dichosa la crïatura
que goza, Filis, de ti;
yo desdichado nací,
porque vivo contemplando
que aunque tú te estás peinando,
no te peinas para mí.
———
Discordia de un congreso eclesiástico en la elección del Superior
El rencor, la adulación,
la asechanza, la porfía,
el odio y la simpatía
votan en esta ocasión;
¡Qué tal será la elección
donde hay tedio tan profundo!
Por cierto yo me confundo
de ver en tal desconsuelo,
que donde todo es del cielo
se encuentre tanto del mundo.
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La ineptitud ambiciosa (1)
Un no sé cómo se llama,
quiere con ansia importuna
escalar a la fortuna
por las faldas de una dama;
Pero el pobre más infama
con lo que intentó valer;
que esto llega a merecer
quien se llegó a persuadir
que es camino de subir
lo que es senda de caer.
———
La ineptitud ambiciosa (2)
Cierto hombrón con inquietud
pretende una dignidad,
y hace de su necedad
caparrota a la virtud;
Mas la suprema aptitud
le desprecia con rigor;
que el príncipe superior
examina que el pobrete
tiene de docto el ribete,
y de avestruz lo interior.
———
Capa rota: "Persona que se envía disimuladamente para algún negocio de consideración."
SONETOS
Ciencia de los cortesanos de este siglo
Bañarse con harina la melena,
ir enseñando a todos la camisa,
espada que no asuste y que dé risa,
su anillo, su reloj y su cadena;
Hablar a todos con la faz serena,
besar los pies a mi sá doña Luisa,
y asistir como cosa muy precisa
al pésame, al placer y enhorabuena;
Estar enamorado de sí mismo
mascullar una arieta en italiano,
y bailar en francés tuerto o derecho;
Con esto, y olvidar el catecismo,
cátate hecho y derecho cortesano,
mas llevaráte el diablo dicho y hecho.
———
Mi sá: Mi señora
Confusión y vicios de la corte
Mulas, médicos, sastres y letrados
corriendo por las calles a millones,
Duques, lacayos, damas y soplones,
todos sin distinción arrebujados;
Gran chusma de hidalguillos tolerados,
cuyo examen lo hicieron los doblones,
y un pegujal de diablos comadrones,
que les tientan la honra a los casados;
Arrendadores mil por excelencia,
metidos a señores los piojosos,
todo vicio con nombre de decencia;
Es burdel de holgazanes y de ociosos,
donde hay libertad suma de conciencia
para idiotas, malsines y tramposos.
———
Malsín: "Cizañero, soplón."
Habla con don Francisco de Quevedo en las sátiras de los cornudos
¡Ah, señor don Francisco! ¡Si usted viera
el mundo cómo está desde aquel día
que vino aquella tal señora mía
a cobrar en sus ansias la postrera!
¡Ay, amigo, que no lo conociera!
Porque entonces, al fin, se distinguía
el animal del bruto, y así había
quien viese la función en talanquera.
Para cuatro cornudos vergonzantes
que usté alcanzó en su siglo ya perdido,
hizo extremos y sátiras picantes.
Dé mil gracias a Dios no ser nacido,
pues si hubiera alcanzado chichisbantes,
antes fuera cornudo que marido.
———
Alude a la costumbre dieciochesca del chichisbeo: "Galanteo, obsequio y servicio cortesano asiduo de un hombre a una dama."
Pinta lo miserable de sus conveniencias
En una cuerna un celemín de sal,
un san Onofre al óleo en un papel,
y un tintero, dos libros, un rabel,
y un cántaro con agua elemental.
Estas alhajas tengo en mi portal,
que es mi casa, mi alcoba y mi dosel,
donde sirve de cama mi buriel,
y de sillón un duro pedernal.
Sobre un poyo de piedra está un candil
que me da luz hasta que sale el sol;
ceno una sopa a veces de pernil,
Leo en Quevedo, célebre español,
y alegre en mi tiniebla y su pensil,
no se me da del mundo un caracol.
———
Conveniencias: " Haberes, rentas, bienes." Buriel: Paño buriel, "paño pardo del color natural de la lana." Pensil: "Jardín delicioso."
Con los mismos consonantes que don Francisco de Quevedo desengaña a los soberbios de su vanidad
Engulle el poderoso rica sopa,
cuando a mí me contenta una zurrapa,
y siendo el mundo dilatado mapa,
le parece a su vicio estrecha copa.
Con bordada, sutíl y blanda ropa
el barro humano diligente tapa,
y a mí me envuelve miserable capa
y un negro camisón de ruda estopa.
Ostenta a todos la gotosa tripa,
y puede ser el que mejor me sepa
a mí la sucia bota que a él su pipa;
De la humana miseria huyendo trepa;
pero, por más que puja, anda y ahípa,
todos somos racimos de una cepa.
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