Un monje alegre
Cristóbal de Castillejo murió en Viena el 12 de junio de 1550. Había nacido en Ciudad Rodrigo (Salamanca) el año de 1490. Desde su juventud estuvo al servicio de Fernando de Habsburgo —el futuro emperador Fernando I— a quien siguió a Alemania y cuyo secretario fue. Profesó como monje del Císter, aunque vivió mundanamente. Finalmente se retiró a un convento en Neustadt, cerca de Viena, en el cual murió y donde —dicen— se conserva aún su tumba.
Escribió mucho, en prosa y en verso: Obras de amores, Obras de conversación y pasatiempo y Obras morales y de devoción. Satirizó la nueva poética italianizante de Garcilaso y Boscán; él prefirió seguir escribiendo en el estilo cancioneril castellano, aunque depurado de excesos conceptistas. Sus obras fueron publicadas en Amberes —algo expurgadas por la Santa Inquisición— el año de 1598 (aquí) y editadas en la BAE por Durán (aquí), cuya lección reproducimos.
Comenzamos con algunas coplas epigramáticas:
Respuesta a un caballero que le envió una copla mal trovada
Una copla me enviastes,
señor, de mala yacija,
hecha con pies de estornija;
el mal es que trasnochastes,
y al cabo paristes hija.
Mas, sin más satisfacción
de los yerros que hay en ella,
sois digno de haber perdón
siquiera por la pasión
que pasastes en hacella.
———
Ser de mala yacija: ser de mal dormir. Estornija: Anillo de hierro que se pone en el pezón del eje de los carruajes, para que no se salga la rueda. Supongo que "pies de estornija" alude a lo retorcido y duro de los versos. Mala noche y parir hija: "denota haber tenido mal suceso algún negocio o pretensión, después de haber aplicado todo el mayor trabajo y cuidado para conseguirle." (Dic. Autoridades)
A otro, por otro tanto
Vuestras coplas recibí,
y es cierto que si no fuera
porque no digáis de mi
que de envidia no las vi,
de asco no las leyera.
Y porque daros razón
de los yerros que llevaban
era daros mas pasión,
no os digo sino que son
cuales de vos se esperaban.
———
A otro, por lo mismo
El que las coplas hicistes,
todos los que las miramos
sabed que en deuda os quedamos
de la risa que nos distes;
pero vos de vos y dellas
quejaros también podréis,
porque el tiempo nos debéis
que gastamos en leellas.
———
A un mal pagador
Pues no se excusa perderos,
según qué camino va,
yerro pienso que será
dejar perder mis dineros.
Y pues por tan poco precio
perderme, señor, queréis,
más quiero que me acuséis
de importuno que de necio.
———
A una guarnición de terciopelo que le envió un caballero
En cueros me la envió
con mil golpes por la cara;
si el pelo no le faltara,
el tercio bien acudió;
pues viene sobrerraída,
señal es que fué borrón,
porque para guarnición
viene muy desguarnecida.
———
Quizás para demostrar que no era tan difícil, Castillejo compuso un par de sonetos burlones contra la nueva manera de trovar.
De Contra los que dejan los metros castellanos y siguen los italianos
Garcilaso y Boscán, siendo llegados
al lugar donde están los trovadores
que en esta nuestra lengua y sus primores
fueron en este siglo señalados,
los unos a los otros alterados
se miran, demudadas las colores,
temiéndose que fuesen corredores
o espías o enemigos desmandados;
Y juzgando primero por el traje,
pareciéronles ser, como debía,
gentiles españoles caballeros;
Y oyéndoles hablar nuevo lenguaje,
mezclado de extranjera poesía,
con ojos los miraban de extranjeros.
———
—Musas italïanas y latinas,
gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra España,
tan nuevas y hermosas clavellinas?
O ¿quién os ha traido a ser vecinas
del Tajo y de sus montes y campaña?
O ¿quién es el que os guia o acompaña
de tierras tan ajenas peregrinas?
—Don Diego de Mendoza y Garcilaso
nos trujeron, y Boscán y Luis de Haro,
por orden y favor del dios Apolo.
Los dos llevó la muerte paso a paso,
el otro Solimán, y por amparo
solo queda don Diego, y basta solo.
———
Y, para acabar, un par de parodias.
De la querella de un macho contra su amo, que le cargaba demasiado haciendo jornada en la corte del Rey de Romanos
Villancico
¡Oh cuán mala que sois! Mala
para mí,
por mi mal os conocí.
En casa del coronel,
mi señor gentil y bueno,
con sola mi silla y freno
era muy contento él.
Vos, señor, como cruel,
echaisme el albarda así;
nunca yo os lo mereci.
¡Oh cuán mala que sois! Mala
para mí,
por mi mal os conocí.
———
El refrán es, supongo, una canción tradicional de tema amoroso. Pero Castillejo juega con la palabra "mala" (que también significaba "valija") y convierte el lamento del amante en el lamento de un mulo sobrecargado.
A un cierto escribano confeso, baratón y apañador, pero buen compañero
Al muy impotente, bestial, vagabundo
Hernando Corneja, buharro, torzuelo;
aquel contra quien de dichos abundo,
aquel ante quien es lindo el mochuelo,
aquel que de tierra jamás alzó vuelo,
por ser como plomo su cuerpo pesado,
milano tripero en cieno mudado,
pihuelas de esparto, nariz por señuelo.
———
Esta octava es parodia (por los mismos consonantes) de la primera del Laberinto de Fortuna de Juan de Mena, entonces considerada la obra cumbre de la poesía castellana: Al muy prepotente don Juan el segundo,/ aquel con quien Júpiter tuvo tal celo...
Confeso: Se decía del judío convertido. Baratón: comerciante. Buharro, torzuelo: aves rapaces. Pihuela: Correa con que se guarnecen y aseguran los pies de los halcones y otras aves.
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