El censor aragonés
El doctor Bartolomé Leonardo de Argensola murió en Zaragoza el 4 de febrero de 1631. Había nacido en Barbastro (Huesca) el 26 de agosto de 1562. Era hermano del también ilustre poeta Lupercio Leonardo de Argensola. Estudió en Zaragoza y Salamanca. Recibió las órdenes sagradas y, protegido por el conde de este bello título, fue conocido como el Rector de Villahermosa. Fue secretario de la emperatriz María de Austria y cronista mayor del Reino de Aragón. Como historiador escribió la Conquista de las islas Malucas y continuó los Anales de Zurita.
Los poemas de ambos hermanos fueron publicados tras la muerte de Bartolomé por su sobrino Gabriel Leonardo de Albión: Rimas de Lupercio i del dotor Bartolomé Leonardo de Argensola, Zaragoza 1634. Modernamente José Manuel Blecua recogió y editó toda su poesía en varios tomos de la colección Clásicos Castellanos.
Como poetas, ambos Argensolas son clásicos, horacianos, evitadores de todo exceso culterano o conceptista y autores de memorables sonetos. Bartolomé fue maestro de la severa sátira de costumbres al estilo de Juvenal. También escribió un puñado de epigramas, unos traducidos de Marcial y otros originales.
A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa
Yo os quiero confesar, don Juan, primero:
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
———
Título: hoy no diríamos "afeitaba", sino "maquillaba".
Este soneto figura en casi todas las antologías de la poesía española y aún son muchos los que podrían recitarlo de memoria. No figura en la edición de 1634, ni sabemos cuál de los hermanos es su autor.
A un letrado
Si vos pretendéis que venga
a ser tan gran necio el mundo,
que por vuestra barba luenga
por filósofo profundo,
sin otro argumento, os tenga;
mirad que dais ocasión
a que ya cualquier cabrón,
por la gran barba que cría,
aspire a ser algún día
otro Séneca o Platón.
———
Epigrama
Escribí y no ha respondido
Nevia; luego indicio es malo
que no hará lo que le pido;
pero pienso que ha leído
mi billete; luego haralo.
———
Es traducción de Marcial, 2.9
A un hombre de estatura bajísima que se retiró a morir en una ermita
Bajo esta losa chiquita
yace un hombre sin segundo
que por no verse en el mundo
se acomodó en una ermita.
———
Décima
Viendo Alfio cuán desvalida
yace la causa del justo
y, al revés, cuán a su gusto
logra el inicuo la vida,
dio en ser malo. Y, a medida
de su maldad castigado,
"¿De cuándo acá", dijo, "el hado
trata a los malos así?
¿Cómo? ¿Solo para mí
anda el mundo concertado?"
———
A un hombre que temía no dijese mal de él en sus versos
No temes tú mis versos, Citaredo;
finges temer, para que así propicio
el vulgo, entre el clamor de su bullicio,
te señale por sabio con el dedo.
A lo menos sin risa yo no puedo
dar tanto a la ambición de tu artificio
que te halle alguna vez en mi jüicio
aprobado por digno de ese miedo.
Para que obren con ley nuestros decoros,
sus acciones imiten respetuosas
al que nace en las fieras no adquirido.
Teman las uñas del león los toros;
mas pídanle perdón las mariposas
si se juzgaren dignas de un bramido.
———
Habla con la ciudad de Calatayud
Bílbilis, aunque el dios que nació en Delos
te conserve fructífera sin daño,
y cuando sobre ti desciende el año,
sus guirnaldas te den todos los cielos;
y aunque hagan tus preciosos arroyuelos
fuertes las armas con el noble baño,
y aunque eres patria del cortés tacaño,
que en todas sus palabras puso anzuelos;
si no encadenas los infieles canes,
que tu aduana a los viandantes suelta,
ni tu muro veré ni tu camino;
que para dar hasta Madrid la vuelta,
embarcarme en Colibre determino,
aunque la dé mayor que Magallanes.
———
verso 1: Bílbilis: nombre latino de Calatayud. el dios que nació en Delos: Apolo. v. 5-6: en Bílbilis se fabricaban espadas. v. 7-8: el cortés tacaño: el epigramista Marcial, nacido en Bílbilis. tacaño: hoy diríamos "pícaro". v. 13: Colibre: la actual Colliure, en el Rosellón.
A su hermano Lupercio, porque se hacía mirar las rayas de la mano
Fabio, pensar que el Padre soberano
en esas rayas de la palma diestra
(que son arrugas de la piel) te muestra
los accidentes del discurso humano,
es beber con el vulgo el error vano
de la ignorancia, su común maestra:
bien te confieso que la suerte nuestra,
mala o buena, la puso en nuestra mano.
Di, ¿quién te estorbará el ser rey, si vives
sin envidiar la suerte de los reyes,
tan contento y pacífico en la tuya,
que estén ociosas para ti sus leyes,
y cualquier novedad que el cielo influya
como cosa ordinaria la recibes?
———
Otro Soneto
Si quieres conservarte, Lauso, evita
ese ardor con que en varias ocasiones
a cuerdos y filósofos te opones
como pudiera el magno Estagirita.
Ya tu apariencia, que al estudio imita,
cuando se atreve a decidir cuestiones
es ridícula a libres corazones,
cuyas nobles paciencias ejercita.
Yo, porque de celar tu honor me precio,
digo, para que escape de un agravio,
que consideres bien de aquí adelante:
que el que no sale de su esfera es sabio,
el que ignora las cosas, ignorante,
y el que las sabe mal sabidas, necio.
———
v. 4: el magno Estagirita: Aristóteles.
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