Simpatía y buen humor
Don Francisco Gregorio de Salas nació en Jaraicejo (Cáceres) el 29 de enero de 1729. Estudió en Toledo y Salamanca. De carácter simpático y bondadoso, siguió la carrera eclesiástica y fue capellán mayor de la Real Casa de Recogidas de Madrid. En esta ciudad murió el 3 de diciembre de 1808.
El valido Godoy le ofreció en varias ocasiones grandes beneficios y honores; pero siempre los rechazó y prefirió vivir modestamente. Pues Moratín, tan acre con otros, dice de él que "Las máximas de honesta pobreza, ... las practicaba sin hipocresía, sin afectación ni soberbia... Los niños corrían a buscarlo cuando lo veían de lejos, le rodeaban y acariciaban como a un amigo de toda su confianza; y en efecto la merecía."
Él mismo, con mejor filosofía que elevación poética, escribió:
Las dos columnas que afirman
toda mi felicidad
para mi paz interior
son no temer ni esperar:
por no esperar no pretendo,
por no temer no hago mal;
mucha quietud te prometo
si me quieres imitar.
Amó apasionadamente a la naturaleza, a la que cantó en los prosaicos poemas de su Observatorio rústico, libro muy popular en su tiempo y que, según Cueto, es un monumento singular de vulgaridad y pesadez. Compuso muchos epigramas y poemas jocosos, que destacan más por su ingenuidad que por su ingenio.
La Coleccion de los epígramas y otras poesías críticas, satíricas y jocosas de Don Francisco Gregorio de Salas, publicada en Madrid por Repullés en 1816, puede encontrarse aquí. Una antología de sus obras aparece en el volumen III de Cueto, Poetas Líricos del Siglo XVIII, tomo LXVII de la Biblioteca de Autores Españoles.
Los epigramas más característicos de don Francisco son quizás los que se basan en un inocente juego de palabras, como estos:
A uno que traía a cuestas a un compañero que se había maltratado una pierna
En el lance acaecido,
aunque le llevas así,
¿cuánto quieres apostar
que a él le pesa más que a ti?
———
Habiendo entrado en el jardín de un amigo, antes muy hermoso y entonces lleno de malvas, le dijo:
Un jardín bien cultivado,
ameno, bello y florido
por tu culpa y tu descuido
se ha vuelto un jardín malvado.
———
Habiéndole contado al autor que un soldado español había muerto a otro suizo, respondió:
Su delito fue muy raro,
pues sin matarse a sí mismo
consiguió matando a otro
cometer un suïcidio.
———
A uno que entraba a beber en una taberna porque estaba enamorado de la tabernera
Con diferentes intentos
que a beber viene imagino;
pues él en sus pensamientos
por el vaso bebe el vino
pero por ella los vientos.
———
A una mujer que iba vendiendo nueces en una cesta muy pequeña y dando muchas voces
En la pequeña porción
de aquesta fruta que vendes
y con los gritos que das
nos haces ver claramente
cuánto, sin duda, mayor
es el ruido que las nueces.
———
A un cocinero que se había separado de su mujer
Mal a su mujer quería
un cocinero afamado,
y acaso consistiría
en que él guisados hacía
y ella algún desaguisado.
———
A un mozo de muy mala conducta que se alababa de tener muchos sombreros
Creo al ver tu ligereza
que no habrá en el mundo entero
hombre de tanto sombrero
y de tan poca cabeza.
———
Preguntado el autor a qué se parecía una mujer que iba vendiendo acerolas, dijo:
Esa que vende acerolas
en hacer olas discurro
que más se parece al mar
que a otra cosa de este mundo.
———
A una señora llamada Rufina que cantaba un dúo con un mal músico llamado Serafín
Don Serafín y Rufina
cantan, mas de esta manera:
ella como un serafín
y él como si no lo fuera.
———
A un poeta que hacía pasar por suyas las poesías de don José Iglesias
Don Beltrán vende por suyas
las poesías ajenas,
y así es pequeño castigo
el sacarle a la vergüenza
pues lo merece mayor
el que es un ladrón de iglesias.
———
A cierto religioso que tenía un gato, a quien quería mucho
Me causa grande extrañeza
el ver un hombre sensato
y religioso con gato
y con voto de pobreza.
———
"Gato" era el Bolso o talego en que se guardaba el dinero y también el dinero que se guardaba en él.
A un hijo de Madrid muy pesado, muy sordo y muy necio
Musas, a todos decid,
y decidlo con empeño,
que este en vez de madrileño
es un leño de Madrid.
———
Contándole un anciano, llamado Juan de Baca, que se había casado con una joven muy bonita, le dijo:
Siendo tu mujer bonita,
si se le antoja ser flaca,
tu apellido, Juan de Baca,
podrá ser hermafrodita.
———
Fábula. La mona y la cotorra
Un señor indiano
tenía una mona
atada a una reja
junto a una cotorra.
En la misma casa
servía una moza
muy caritativa,
llamada Victoria,
que a la cotorrita
cuidaba gustosa.
Soltáronse un día
y armaron camorra
la mona atrevida
y el ave chillona.
Descuidose esta,
la mona pillola
y llena de gozo
la gran picarona
la fue desplumando
con mucha pachorra.
La cotorra triste
con voz lastimosa
pedía socorro
a su protectora
y a gritos decía:
"¡Victoria, Victoria!"
Tú también, amigo,
la cantas ahora
después de pelado
como la cotorra.
———
Dice el encabezamiento: "Habiendo ganado un pleito un amigo del autor, en cuyo seguimiento había gastado cuanto tenía".
Alguna sátira costumbrista también escribió, aunque siempre suave y moderada:
Definición del coche
Es del coche la virtud
cuando no hay necesidad
gasto, ruido, vanidad
y poquísima salud.
———
Confesión ingenua de una mujer joven
A un viejo quiero y a un mozo
auque por distinta ley;
pues al mozo es por su cara
y al viejo por la del rey
———
La cara del rey es la que aparece en las monedas.
Epitafio para un caballero que fue sumamente pródigo
Aquí yace aquel que tuvo
gran familia y gran boato,
gran mesa y hasta las deudas
más grandes que sus estados.
———
Epitafio para un hombre de muy poco mérito que había sido amigo de vestir bien y por ello tenido por hombre de alguna importancia
Aquí yace, peregrino,
entre gusanos aquel
que, aunque fue un grande pollino,
a fuerza de trapo fino
llegó a hacer un gran papel.
———
Exageración de un andaluz
Riñeron dos andaluces
y dijo al otro el más guapo:
—Vive Dios que si te cojo
y te tiro por lo alto,
cuando vuelvas a caer
sentirás, más que el porrazo,
el hambre que has de pasar
en un camino tan largo.
———
En mala intención, a lo más que llega el buen don Francisco es a escribir algún epigrama convencional contra médicos o taberneros:
A un médico de muy pocos aciertos que acababa de morir
La prueba de que la muerte
no perdona a hombre nacido
es ver que no ha perdonado
hoy a su mejor amigo.
———
Epitafio para un tabernero que aguaba el vino
Aquí yace un tabernero
que en los minerales de agua
supo encontrar para sí
las minas de oro y de plata
———
Habiéndole contado al autor que se había ahogado un hombre por haber apostado con otro a estar más tiempo debajo del agua, dijo:
A estar debajo del agua
ganó el difunto la apuesta;
pero también la ganó
a estar debajo de tierra.
———
Respuesta que dio el autor, siendo estudiante, a un condiscípulo suyo que le impugnó disparatadamente
Con enojo literario
quise responder a un bestia,
tan pesado como necio;
y por hablarle en su lengua
probé a rebuznar; no supe,
y le dejé sin respuesta.
———
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