Friday, January 27, 2017

Francisco Gregorio de Salas

Simpatía y buen humor

Don Francisco Gregorio de Salas nació en Jaraicejo (Cáceres) el 29 de enero de 1729. Estudió en Toledo y Salamanca. De carácter simpático y bondadoso, siguió la carrera eclesiástica y fue capellán mayor de la Real Casa de Recogidas de Madrid. En esta ciudad murió el 3 de diciembre de 1808.

El valido Godoy le ofreció en varias ocasiones grandes beneficios y honores; pero siempre los rechazó y prefirió vivir modestamente. Pues Moratín, tan acre con otros, dice de él que "Las máximas de honesta pobreza, ... las practicaba sin hipocresía, sin afectación ni soberbia... Los niños corrían a buscarlo cuando lo veían de lejos, le rodeaban y acariciaban como a un amigo de toda su confianza; y en efecto la merecía."

Él mismo, con mejor filosofía que elevación poética, escribió:

Las dos columnas que afirman

toda mi felicidad

para mi paz interior

son no temer ni esperar:

por no esperar no pretendo,

por no temer no hago mal;

mucha quietud te prometo

si me quieres imitar.

Amó apasionadamente a la naturaleza, a la que cantó en los prosaicos poemas de su Observatorio rústico, libro muy popular en su tiempo y que, según Cueto, es un monumento singular de vulgaridad y pesadez. Compuso muchos epigramas y poemas jocosos, que destacan más por su ingenuidad que por su ingenio.

La Coleccion de los epígramas y otras poesías críticas, satíricas y jocosas de Don Francisco Gregorio de Salas, publicada en Madrid por Repullés en 1816, puede encontrarse aquí. Una antología de sus obras aparece en el volumen III de Cueto, Poetas Líricos del Siglo XVIII, tomo LXVII de la Biblioteca de Autores Españoles.



Los epigramas más característicos de don Francisco son quizás los que se basan en un inocente juego de palabras, como estos:

A uno que traía a cuestas a un compañero que se había maltratado una pierna

En el lance acaecido,

aunque le llevas así,

¿cuánto quieres apostar

que a él le pesa más que a ti?

———



Habiendo entrado en el jardín de un amigo, antes muy hermoso y entonces lleno de malvas, le dijo:

Un jardín bien cultivado,

ameno, bello y florido

por tu culpa y tu descuido

se ha vuelto un jardín malvado.

———



Habiéndole contado al autor que un soldado español había muerto a otro suizo, respondió:

Su delito fue muy raro,

pues sin matarse a sí mismo

consiguió matando a otro

cometer un suïcidio.

———



A uno que entraba a beber en una taberna porque estaba enamorado de la tabernera

Con diferentes intentos

que a beber viene imagino;

pues él en sus pensamientos

por el vaso bebe el vino

pero por ella los vientos.

———



A una mujer que iba vendiendo nueces en una cesta muy pequeña y dando muchas voces

En la pequeña porción

de aquesta fruta que vendes

y con los gritos que das

nos haces ver claramente

cuánto, sin duda, mayor

es el ruido que las nueces.

———



A un cocinero que se había separado de su mujer

Mal a su mujer quería

un cocinero afamado,

y acaso consistiría

en que él guisados hacía

y ella algún desaguisado.

———



A un mozo de muy mala conducta que se alababa de tener muchos sombreros

Creo al ver tu ligereza

que no habrá en el mundo entero

hombre de tanto sombrero

y de tan poca cabeza.

———



Preguntado el autor a qué se parecía una mujer que iba vendiendo acerolas, dijo:

Esa que vende acerolas

en hacer olas discurro

que más se parece al mar

que a otra cosa de este mundo.

———



A una señora llamada Rufina que cantaba un dúo con un mal músico llamado Serafín

Don Serafín y Rufina

cantan, mas de esta manera:

ella como un serafín

y él como si no lo fuera.

———



A un poeta que hacía pasar por suyas las poesías de don José Iglesias

Don Beltrán vende por suyas

las poesías ajenas,

y así es pequeño castigo

el sacarle a la vergüenza

pues lo merece mayor

el que es un ladrón de iglesias.

———



A cierto religioso que tenía un gato, a quien quería mucho

Me causa grande extrañeza

el ver un hombre sensato

y religioso con gato

y con voto de pobreza.

———

"Gato" era el Bolso o talego en que se guardaba el dinero y también el dinero que se guardaba en él.



A un hijo de Madrid muy pesado, muy sordo y muy necio

Musas, a todos decid,

y decidlo con empeño,

que este en vez de madrileño

es un leño de Madrid.

———



Contándole un anciano, llamado Juan de Baca, que se había casado con una joven muy bonita, le dijo:

Siendo tu mujer bonita,

si se le antoja ser flaca,

tu apellido, Juan de Baca,

podrá ser hermafrodita.

———



Fábula. La mona y la cotorra

Un señor indiano

tenía una mona

atada a una reja

junto a una cotorra.

En la misma casa

servía una moza

muy caritativa,

llamada Victoria,

que a la cotorrita

cuidaba gustosa.

Soltáronse un día

y armaron camorra

la mona atrevida

y el ave chillona.

Descuidose esta,

la mona pillola

y llena de gozo

la gran picarona

la fue desplumando

con mucha pachorra.

La cotorra triste

con voz lastimosa

pedía socorro

a su protectora

y a gritos decía:

"¡Victoria, Victoria!"

Tú también, amigo,

la cantas ahora

después de pelado

como la cotorra.

———

Dice el encabezamiento: "Habiendo ganado un pleito un amigo del autor, en cuyo seguimiento había gastado cuanto tenía".



Alguna sátira costumbrista también escribió, aunque siempre suave y moderada:

Definición del coche

Es del coche la virtud

cuando no hay necesidad

gasto, ruido, vanidad

y poquísima salud.

———



Confesión ingenua de una mujer joven

A un viejo quiero y a un mozo

auque por distinta ley;

pues al mozo es por su cara

y al viejo por la del rey

———

La cara del rey es la que aparece en las monedas.



Epitafio para un caballero que fue sumamente pródigo

Aquí yace aquel que tuvo

gran familia y gran boato,

gran mesa y hasta las deudas

más grandes que sus estados.

———



Epitafio para un hombre de muy poco mérito que había sido amigo de vestir bien y por ello tenido por hombre de alguna importancia

Aquí yace, peregrino,

entre gusanos aquel

que, aunque fue un grande pollino,

a fuerza de trapo fino

llegó a hacer un gran papel.

———



Exageración de un andaluz

Riñeron dos andaluces

y dijo al otro el más guapo:

—Vive Dios que si te cojo

y te tiro por lo alto,

cuando vuelvas a caer

sentirás, más que el porrazo,

el hambre que has de pasar

en un camino tan largo.

———



En mala intención, a lo más que llega el buen don Francisco es a escribir algún epigrama convencional contra médicos o taberneros:

A un médico de muy pocos aciertos que acababa de morir

La prueba de que la muerte

no perdona a hombre nacido

es ver que no ha perdonado

hoy a su mejor amigo.

———



Epitafio para un tabernero que aguaba el vino

Aquí yace un tabernero

que en los minerales de agua

supo encontrar para sí

las minas de oro y de plata

———



Habiéndole contado al autor que se había ahogado un hombre por haber apostado con otro a estar más tiempo debajo del agua, dijo:

A estar debajo del agua

ganó el difunto la apuesta;

pero también la ganó

a estar debajo de tierra.

———



Respuesta que dio el autor, siendo estudiante, a un condiscípulo suyo que le impugnó disparatadamente

Con enojo literario

quise responder a un bestia,

tan pesado como necio;

y por hablarle en su lengua

probé a rebuznar; no supe,

y le dejé sin respuesta.

———



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