Sunday, January 15, 2017

Páblo de Jérica

Un aguijón liberal

Don Pablo de Jérica y Corta nació en Vitoria el 15 de enero de 1781. Durante nuestra Guerra de la Independencia vivió en Cádiz y La Coruña y, como exaltado liberal, escribió contra los serviles y polemizó con ellos. Por esta causa en 1814 hubo de buscar refugio en Francia; tras la sublevación de Riego pudo volver a la patria y fue alcalde de su ciudad natal, hasta que en 1823 el retorno del absolutismo le ocasionó nuevas persecuciones, a las que puso fin con su definitiva emigración a Francia. Allí se naturalizó, casó con una francesa y vivió como pacífico propietario hasta su muerte el 9 de marzo de 1841.

Su sobrino Ramón publicó en Vitoria en 1869 una edición de sus poesías, precedida de una pequeña biografía. El libro digitalizado se puede encontrar aquí.

Jérica escribió insoportables endechas y cosas similares en el estilo bucólico-pastoril del siglo XVIII que tanto me aburre. Pero donde brilla es en el epigrama, y en la fábula y el cuentecillo en verso.

Sus epigramas suelen estar escritos en "coplas castellanas" (ocho versos octosílabos que forman dos redondillas), aunque también usa otras estrofas como la quintilla y la octava real.

Antología

Este epigrama encabeza la edición de sus obras:

Mi propósito

-Ya que me siento capaz,

escribiré sin reparo...

-Mira no te cueste caro

tu numen acre y mordaz.

-No, señor, ¡qué desatino!

¿Acaso hay uno que lea

sátiras que no las crea

hechas contra su vecino?

———



Empezaremos por los epigramas de tema literario. Aquí se burla de un mal traductor:

A un traductor de la Eneida

A Virgilio has traducido

en mal verso castellano.

¡Y nos dices muy ufano

que imitarle has conseguido!

Si el imitar a Marón

es tu verdadero intento,

ordena en tu testamento

quemar la tal traducción.

———

Recuérdese que P. Virgilio Marón, al sentirse morir, pidió al emperador Augusto que destruyera el manuscrito de la Eneida, pues aún no la consideraba acabada y digna de pasar a la posteridad.



Habiéndose preguntado al autor qué le había parecido un drama representado en Cadiz y compuesto por el Duque de Híjar, contestó con este epigrama

Grande el número de actores;

Grande el autor, su Excelencia;

grandes los actos, señores,

y más grande la paciencia

de tantos espectadores.

———



El poeta aeronauta

Gil, poeta conocido

por componer mucho y mal,

con arrojo sin igual

hoy en un globo ha subido.

A todos nos ha admirado

ver de Gil la intrepidez,

por ser la primera vez

que en su vida se ha elevado.

———



Un par de variaciones sobre temas clásicos:

A un mal autor que anunciaba su obra

Nos dices que tu librejo

se vende en casa de Bosch.

Que allí se encuentra, es seguro;

pero que se venda, no.

———

A Zoilo

Solo elogias a un autor,

Zoilo, después que se muera.

Hijo, guarda tal favor

para el tonto que lo quiera.

———

Otra tema clásico, la burla de los predicadores:

Del cura de San Blas

Cuando en San Blas hay función

y predica el señor cura,

aunque es mucho lo que dura

ninguno pierde el sermón.

Deleitar es su divisa;

y al ver los fieles atentos

les encaja tales cuentos

que todos lloran de risa.

———



Un par de epigramas contra periódicos adversarios:

De un periódico muy malo y muy caro, titulado "La Gaceta del Comercio"

El papelón que los martes

y los viernes nos espetan

no es "Gaceta del Comercio",

es comercio de gaceta.

———



El suscriptor arrepentido

Arrepentido voyme a confesar;

jamás a delinquir he de volver;

¡Oh buen Jesús! ¿Querrásme perdonar?

De culpa tanta, ¿quién me ha de absolver?

Pues si ningún pecado he de ocultar

decir al confesor he menester,

¡oh Dios mío!, que soy un suscriptor

al "Diario de la Tarde" y al "Censor."

———

"Periódicos serviles y detestables que se publicaban en Cádiz el año de 1812", dice la edición de las obras de Jérica.



Don Pablo era o fingía ser muy misógino. Hoy no podría escribir estas cosas (típicas, por cierto de los ilustrados en cuya lectura se educó):

El ingenio

Es mi Filis instruida,

tanto, que aun sabe callar;

su hermosura es singular

y en todo, todo es cumplida.

Siempre ha salido tener

entre todos gran concepto.

¡Ay! Pero tiene un defecto

grandísimo... que es mujer.

———



Mucho sabe el diablo

A Job el diablo tentó

con tanta solicitud

que los bienes, la salud

y los hijos le quitó.

Mas no puediendo vencer

su virtud con inquietarle,

trató de desesperarle...

y le dejó la mujer.

———

Recuérdese que la mujer de Job le increpaba por su "simplicidad" y le deseaba la muerte.



Del mal el menos

-¡Que sea yo tu marido

pretendes, pérfida Blasa!

¿No sabemos lo que pasa?

¿Ignoro yo que has parido?

-¡Qué mal informado estás!

No te detengas en eso;

pues te juro y te confieso

que fue un mal parto, no más.

———



El repartimiento

Morfeo, el Amor y yo

repartimos una bella;

el Amor prendose della

y el corazón se guardó.

"Tú, Morfeo, llevarás"

dije yo, "sus ojos bellos";

y apoderándose él dellos,

tomé al punto lo demás.

———

O yo soy muy mal pensado, o lo anterior alude a lo que técnicamente sería una violación. Repito que los ilustrados hacían gracias como esta.



Otra obscenidad ilustrada:

La ofrenda

Llevó una vela a Cupido

con ferviente devoción

Manuela en cierta ocasión

para obtener un marido.

Y díjole el dios: "Manuela,

lo tendrás a tu medida;

pero entretanto, querida,

sírvete aún de la vela."

———



Y aún otra:

La muchacha esquiva

¡Qué buscas aquí? ¿Qué quieres?

Retira una y otra mano.

¡Bribón! Como eres cristiano...

¡Jesús!... qué pesado que eres.

Tu arrojo me tiene muerta...

¿Si vienen? ¡Voy a llamar!

No puedo... Chico, al entrar,

¿has cerrado bien la puerta?

———



Volvamos a una misoginia más llevadera:

La resignación

Es Dionisia una mujer

muy apuesta, muy hermosa;

pero ingrata y desdeñosa

sin que más lo pueda ser.

Esta, pues, ingrata bella

no me quiere, ¡oh crueldad!

Pero también es verdad

que yo no la quiero a ella.

———



Aviso oportuno

¿Sabes, Juan, puesto que vas

tras de Inés, si has de alcanzarla,

que cuesta mucho lograrla

y haberla logrado, más?

———



La nueva Penelope

Por ganar fama de honesta

vive todo el día Cloe

retirada del comercio

peligroso de los hombres.

Más sucede a esta muchacha

lo mismo que a Penelope:

todo cuanto hace de día

lo deshace por la noche.

———



El uso hace maestros

Muy bien habla Sinforosa

y que la palma le den

en eso pide orgullosa.

Mas no es mucho que hable bien,

pues jamás hace otra cosa.

———



Don Pablo era escéptico en lo relativo al amor romántico:

¡Lo que puede una pasión!

En un salón hacia el mar

se hallaba desesperado

Gil, amante desdeñado,

y se quería matar.

En esto, perdido y ciego,

le dio de ahogarse tal gana

que abrió al punto una ventana...

y la volvió a cerrar luego.

———



La cita

Acudiendo muy exactos

a un bosque Blasa y Colás,

-Júrame, pues -dijo Blasa-

eterna fidelidad.

-Sí, bien mío, te la juro

-respondió tierno el zagal-

-Mas, ¿dentro de cuántos días

se acaba la eternidad?

———



Aún más escéptico se muestra en lo relativo al amor conyugal:

Receta para dormir

Viendo la Madre de Amor

que su niño no dormía

y temiendo se moría,

se lamento con dolor.

A los dioses acudió;

mas poniéndole Morfeo

en el lecho de Himeneo,

al momento se durmió.

———

Himeneo es el dios del matrimonio. El lecho conyugal mata la pasión, parece querer decir el buen don Pablo. Él, por su parte, engendró de su esposa cuatro hijos.



El amor todo lo vence

De Felicia enamorado

ha vivido don Ramón,

con tan pura inclinación

que con ella se ha casado.

Se quieren; y tan de gana,

que han podido convenir

en que solo han de reñir

tres veces cada semana.

———



Réplica oportuna

-Ha dado en decir la gente

que con la bella Leonor

casáis vuestro hijo menor.

¿Es verdad? -Es evidente.

-Pues le falta todavía

algún juicio. -¡Voto a tal!

Si lo tuviera cabal,

¿pensáis que se casaría?

———



Más propaganda matrimonial, esta vez en una octava real:

El casamiento a la moda

-¿Quieres casarte, Fabio? -No, señor.

-Hay una niña... -Más que hubiera tres.

-Vamos, quizás le cobrarás amor.

-¡Ya va! -Tiene quince años, pero es

de juicio y de talento superior.

-¡No la quiero, no! -Mira que mi Inés

es hermosa... Si quieres le daré

cien mil ducados -¿Sí? ¡Me casaré!

———



Por supuesto, los cuernos son un tema abundantemente tratado:

De un pintor, cuya mujer era muy coqueta

Marcos, pintor afamado,

habiendo imitado un chivo,

se jactó de haber sacado

los cuernos muy a lo vivo.

Y, mirándole a su frente,

dijo uno: "Tiene razón;

es un pintor excelente.

¡Qué parecidos que son!"

———



De un perro y su amo

Volviendo de un viaje Agudo,

se adelantó, cual solía,

un perrito que tenía

y se llamaba Cornudo.

-Aquí está el Cornudo, madre.

-gritó un hijo. -Ya lo veo,

-dijo ella- por lo que creo

que no está lejos tu padre.

———



Diana y Acteón

Diana, cazadora y diosa,

en ciervo a Acteón convirtió

con venganza rigurosa

porque en el baño la vio.

Los que contemplen sus astas

con razón decir podrán:

Si ponen cuernos las castas,

las que no lo son, ¿qué harán?

———

Diana era la diosa de la castidad.



El marido prudente

-Como estábamos ausentes

has de saber, caro esposo,

que nos trataban las gentes

del modo más injurioso:

que había parido inventan

dos gemelos, ¡qué maldad!

-Hija, yo de lo que cuentan

solo creo la mitad.

———



Ingenuidad de Isabel

Quejándome de Isabel

cuando con Blas se casó,

mi lengua se desató

y la llamaba infiel.

Y ella, en tono suplicante,

me dijo: -¡Jamás lo he sido!

Mas, si te agrada, querido,

lo seré de aquí adelante.

———



No pueden faltar epigramas contra los médicos:

A un médico que desafió a un tercianario

Advertid, señor Mallorca,

que si le diereis la muerte

con la espada, vuestra suerte

será morir en la horca.

Siendo doctor, ¡buena gana

tenéis de desafiarle!

Aguardad para matarle

a que le dé la terciana.

———

Los "tercianarios" son los que padecen de "fiebre terciana" (malaria) por cuya causa sufren de frecuentes episodios febriles que duran unos tres días.



De un verdugo que había sido médico

Fue mal médico Gaspar

y es buen verdugo; no es mucho

que en el oficio esté ducho,

pues al fin todo es matar.

———



A una inconsolable

Pues dices, bella Leonor,

que es sola la muerte el medio

de consolar tu dolor,

si has de usar de ese remedio,

que venga a verte el doctor.

———



O contra los jueces:

El juez ingenuo

-¡Callar!- dijo un magistrado

al oírse un gran ruïdo

en la sala del juzgado.

-¡Por Dios que estoy aturdido!

Diez causas he sentenciado

sin haberlas entendido.

———



O contra los abogados:

Justa reconvención

Dos marranos han robado

a Vicente, y forma queja;

reclamándolos se aleja

del asunto su abogado.

Cita griegos y romanos,

y le dice el buen Vicente:

"¡Dejad en paz a esa gente,

por Dios, y por mis marranos!"

———



O contra los jorobados (jorobada, en este caso):

Estando cosiendo en Burdeos dos señoritas, una de ellas jorobada...

De las dos que están cosiendo

para las bodas aprisa,

una se llama la Nena,

otra se llama la Nina.

Siendo militar el novio,

cualquiera al verlas diría

que debe de ser la novia

la que lleva la mochila.

———

"... me incitó un amigo a que dijese algo acerca de ellas en verso; y compuse el siguiente epigrama", es el encabezamiento completo. Si fue improvisación, no está mal.



Aquí se burla de un estéril:

El matemático

No teniendo hijos García,

matemático excelente,

su triste mujer decía

al elogiarle la gente:

"Yo no sé cómo ha logrado

tan grande reputación

estando tan atrasado

en la multiplicación."

———



Aquí se burla de un tal Lara, que parece se quedaba con lo que recogía con píos pretextos:

A San José

Milagroso carpintero,

pues sois padre de mi Dios

y suponer debo en vos

un carácter justiciero,

que deis un gran golpe espero

un día de estos a Lara

con un formón en la cara

si os sisa vuestro dinero.

———

Este Lara especulaba con una imagen de San José que tenía en la entrada de su casa, dice la edición de las obras de Jérica.



Quintilla. Habla el tal Lara

Cuando mayordomo fui

de la Virgen de la Estrella

del dinero que cogí

la mitad fue para ella

y la mitad para mí.

———



Aquí se burla de un general, no sé si real o imaginario:

A un jefe cojo y manco que huyó en una batalla

El suceso ha demostrado

que no es en parte verdad

lo que de tu manquedad

y cojera han propalado.

Pues vemos que al ser batida

en Uclés tu división,

si fuiste manco en la acción,

no fuiste cojo en la huida.

———



Un par de ingeniosidades varias;

La respuesta merecida

-¿Vuelves de la corte, Aznar?

Yo estuve gran temporada.

¿Qué dicen de mí allí? -Nada,

y lo debes celebrar.

———



De un ratero muy diestro

Juega de manos Tomás

con sutileza asombrosa,

cual no se verá jamás:

si él llega a ver una cosa,

su dueño no la ve más.

———



Algunos epitafios

A un gran perezoso

Aquí yace un perezoso

que al acabar la jornada

dijo: "¡Voy a ser dichoso!

Ya no tendré que hacer nada."

———



A un abate petimetre

Yace aquí al abate Lara,

a quien la muerte causó

su doncella (cosa rara)

que al descuido le tocó

con su abanico la cara.

———



A uno que solía hablar muy poco, y murió sin sacramentos

Víctima de la ambición,

yace aquí Bruno Aguilar,

que fue siempre callanchón

y tanto, que por no hablar

ha muerto sin confesión.

———



Al Marqués de Villapanés

Aquí yace un caballero

que en tiempo de paz o guerra

siempre se ciñó su espada

y a nadie mató con ella.

———



Otro epigrama, el único quizás en que Jérica se muestra liberal (esto lo suele reservar para sus fábulas y cuentos):

Ocurrencia de Maquiavelo

Al mirar que un reyezuelo

un gran palacio labraba,

un súbdito lo admiraba

y le dijo Maquiavelo:

-Sin duda su pretensión

es que sirva de cuartel,

y os quiere poner en él

a todos de guarnición.

———



Corren por las antologías estos dos epigramas, pero he de confesar que no entiendo el chiste; los antólogos deben de ser más largos que yo. Supongo que aluden a algunos enemigos de don Pablo.

A Santa Rosa de Lima

Como palma prodigiosa

tu santidad, Santa Rosa,

en todo el orbe se estima,

por ser cosa portentosa

haber una Santa en Lima.

———



La niña timorata

"¡Que venga mi confesor!",

dijo, estando enferma, Inés.

Preguntáronla: "¿Quién es?"

Y añadió: "Fray Salvador."

Así que se le llamó

dijeron en el convento

iría; pero es el cuento

que ha diez años que murió.

———



He aquí un cuentecillo:

El novio y el capuchino

Cierto joven que a casarse

gozoso se preparaba,

a los pies de un capuchino

se arrodilló una mañana

y le rogó muy humilde

que sus culpas escuchara.

Confieso, dijo, que quiero,

que idolatro a una muchacha;

pero todo está dispuesto

y hoy mismo, padre, nos casan.

Contole otros pecaduelos

el novio, muy a la larga,

y el fraile tomaba polvos

sin chistar una palabra.

Mirando ya, por su parte,

la confesión acabada,

dicho ya el ego te absolvo,

extrañando le dejaba

escapar tan bien librado.

Antes de volver a casa

dijo el penitente: Padre,

¿no me manda rezar nada,

ni hacer otra penitencia

que mis culpas satisfaga?

A que contestó mi fraile,

componiéndose las barbas:

¿Qué más penitencia quiere?

¿No me ha dicho que se casa?

———



Por último, reproduciremos aquí una de sus fábulas, quizás la más conocida. El verso pentasílabo la dota de especial vivacidad.

El ratón dentro del queso. Fábula

Mientras en guerras

se destrozaban

los animales

con justa causa;

Un ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

estaba siempre

dentro de un queso.

Juntaban gente,

buscaban armas,

formaban tropas,

dban batallas.

Y el ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

siempre metido

dentro del queso.

Pasaban hambres

en las jornadas

y malas noches

en malas camas.

Y el ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

siempre metido

dentro del queso.

Ya al enemigo

se ve en campaña:

¡Al arma todos,

todos al arma!

Y el ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

siempre metido

dentro del queso.

A uno le hieren,

a otro le atrapan,

a otro le dejan

en la estacada.

Y el ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

metido siempre

dentro del queso.

Por fin lograron

con su constancia

sin enemigos

ver la comarca

Y el ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

metido siempre

dentro del queso.

Mas, ¿quién entonces

lograr alcanza

el premio y fruto

de tanta hazaña?

El ratoncillo

-¡qué bueno es eso!-

que siempre estuvo

dentro del queso.

———

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