
El coronel y la sepultura
El coronel don José Cadalso y Vázquez de Andrade, alias Dalmiro, nació en Cádiz el 8 de octubre de 1741. Tras educarse en Francia y viajar por toda Europa, convertido en un perfecto ilustrado, sentó plaza en el regimiento de caballería de Borbón, lo que no le impidió figurar y aún brillar en la vida social y literaria. Romántico en sus amores, es célebre la historia —parece que verdadera— de la nocturna exhumación del cadaver de su amada, la actriz María Ignacia. Murió en el asedio de Gibraltar, el 27 de febrero de 1782, destrozada su cabeza por la artillería inglesa.
Cadalso, que según don Marcelino era hombre de instrucción varia y superficial, aunque de culto y despejado ingenio, escribió literatura típica de su época (Cartas marruecas) y aún de la siguiente (Noches lúgubres). Las poesías de este mediano y desmayado versificador clásico —como lo llama el mismo don Marcelino— pueden encontrarse en el primer volumen de la colección de Cueto (BAE, tomo LXI). Aquí reproducimos un puñado de ellas de tomo satírico o humorístico.
Probando ser fábula la producción de los cuernos en ciertas cabezas
Moisés con cuernos pareció adornado,
y no fueron sus cuernos verdaderos;
dos cuernos a la luna han levantado
los astrólogos, vanos embusteros;
al demonio con cuernos han pintado,
porque son los pintores majaderos;
pues si todos los cuernos son fingidos,
¿por qué han de creer en cuernos los maridos?
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Dánae y la lluvia de oro
Una vez Jove intentó
una conquista imposible:
el oro la hizo factible.
¡Mil Joves conozco yo!
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Boda de Venus con Vulcano
Venus alegre y mocita,
Vulcano viejo y celoso,
Marte amigo del esposo...
¡Ay, qué boda tan bonita!
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Epigrama
—En la cabeza le dio
un palo Juan a Ginés.
—¿Y rompiósela? —Al revés:
el palo se le rompió.
(Gines era aragonés.)
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Epitafio
Solo murió de constante
la que está bajo esta losa.
Acércate, caminante,
pues no murió tal amante
de enfermedad contagiosa.
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Epitafio
Este difunto era esposo
y los celos le mataron;
de ejemplar tan horroroso
los demás escarmentaron
pues ya ninguno es celoso.
———
Epigrama
El que está aquí sepultado
porque no logró casarse
murió de pena acabado;
otros mueren de acordarse
de que ya los han casado.
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Epigrama
Una vieja ha fallecido
de amor, y aquí se enterró;
considere el advertido
si enamorada murió
qué tal habría vivido.
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