Un conde imp(r)udente
Don Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana y Correo Mayor del Reino, nació en Lisboa, donde fue bautizado el 26 de agosto de 1582, y murió en Madrid el 21 de agosto de 1622. Fue mujeriego y sodomita, pendenciero y jugador; gastó millones y acumuló deudas, pulió poemas cultos y los aguzó burlescos; fue desterrado tres veces de la corte y acabó muriendo apuñalado cuando paseaba en coche por la calle Mayor de Madrid. Nunca fue hallado el asesino.Se dice que Villamediana galenteaba a la reina Isabel, esposa de Felipe IV, y que llegó a quemar el escenario donde ella y sus damas estaban representando La gloria de Niquea para así poderla sacar en brazos; pero esto más bien parece leyenda que realidad. Sin embargo, fuera por la causa que fuese, muchos creyeron que su muerte había sido ordenada por el rey:
Mentidero de Madrid,
decidnos quién mató al Conde.
—Ni se sabe ni se esconde:
sin discurso discurrid.
—Dicen que le mató el Cid,
por ser el Conde lozano.
—¡Disparate chabacano!
Lo cierto del caso ha sido
que el matador fué bellido,
y el impulso soberano.
———
(Por supuesto, los cultos lectores de esta bitácora habrán identificado las alusiones a la muerte del suegro del Cid y a la del rey Sancho.)
———
Escribió mucha poesía y muy buena: poemas mitológicas como Fábula de Faetón, Fábula de Apolo y Dafne, Fábula de Venus y Adonis; perfectos sonetos petrarquistas, gongorinos y morales; la comedia La gloria de Niquea (1622); y, lo que aquí nos interesa, epigramas burlescos en los que se chanceó cruelmente de los poderosos de aquel tiempo, de sus innumerables enemigos y de simples conocidos. La segunda edición de sus obras (1635) puede encontrarse aquí. Pero a nosotros más nos interesa, por ejemplo, esta colección de sus poemas extraoficiales. Aquí ofrecemos una pequeña muestra de su ingenio para la injuria, eligiendo de entre sus epigramas los que quizás nos resultan más fáciles de comprender.
Villamediana era capaz de escribir epigramas blancos y clásicos, como estos:
Jura don Juan por su vida,
que nunca cena en su casa;
y es que sin cenar se pasa,
cuando otro no le convida.
———
Don Juan, con las mismas mozas
nos puede amor contentar:
a mí dándome el gozar,
y a ti el decir que las gozas.
———
Pero no era este el camino por donde su musa le solía llevar, sino por el de la burla cruel de los defectos de personas identificadas:
Al conde de Salazar y su mujer, que eran muy feos
Al de Salazar ayer
mirar un espejo vi
perdiéndose el miedo así
para ver a su mujer.
———
Don Salazar de Legaña
dijo a doña Chirimía:
—Sed mora, señora mía,
para que os echen de España.
———
Chirimía: quizás la condesa era muy nariguda, o su voz muy desagradable.
El último verso es una alusión a la expulsión de los moriscos iniciada en 1609
———
A una dama
Niña del color quebrado,
la del clavel en el pico,
para venir en borrico,
vinieras en tu cuñado.
———
Las ciudades que visitó tampoco se vieron libres de sus dardos:
A Sigüenza y sus damas
Llegué, leguas caminadas,
por dar descanso a mis plantas,
al lugar de menos santas
y de más canonizadas.
———
Quiere decir que los canónigos de la catedral tenían una rica vida sexual, supongo.
———
A Córdoba
Gran plaza, angostas calles, muchos callos;
obispo rico, pobres mercaderes;
buenos caballos para ser mujeres,
buenas mujeres para ser caballos.
Casas sin talla, hombres como tallos;
aposentos colgados de alfileres;
Baco descolorido, flaca Ceres,
muchos Judas y Pedros, pocos gallos;
Agujas y alfileres infinitos;
una puente que no hay quien la repare;
un vulgo necio, un Góngora discreto;
un San Pablo entre muchos sambenitos:
esto en Córdoba hallé; quien más hallare,
póngaselo a la cola a este soneto.
———
A veces Villamediana se olvida de su ingenio y se limita a proferir descarnadas injurias:
Al Presidente del Consejo de Castilla
y tres oidores que fallaron en su contra en un pleito
Para mi condenación
votaron un pleito mío
un borracho y un judío,
un cornudo y un ladrón.
———
La ejecución del poderoso y corrupto Rodrigo Calderón, que mostró gran dignidad en el cadalso, le inspiró varias composiciones. Esta es la más fácil de leer:
Al sepulcro de don Rodrigo Calderón
Aquí yace Calderón
que tuvo tan buena suerte
que en la vida y en la muerte
pareció al buen ladrón.
———
Ciertas personas fueron los blancos favoritos de sus injurias. Antiguas amantes, rivales amorosos,... han pasado a la pequeña historia de nuestra literatura gracias al odio de Villamediana. Uno de ellos fue don Jorge Tovar (que era una persona grave y respetable; lo que hoy llamaríamos un alto funcionario), a quien suele motejar de judío, lo cual era un insulto fortísimo:
A Jorge Tovar habiéndose roto un brazo
¡Jorge, que de sólo alzar
el brazo te lo quebraste!
¿Qué cristiano amenazaste,
o a qué Cristo ibas a dar?
———
A Jorge Tovar habiendo recibido el hábito de Santiago
¡Cruces al que niega infiel
a Cristo! ¡Don Faraón!
Estuviera en un rincón
menos mal puesta que en él.
Esponja, vinagre y hiel
testifican su querella,
y corona, pues con ella
osó a la divina luz.
¡Y quiere hoy ponerse cruz
el que puso a Dios en ella!
———
(lo de osó no lo acabo de entender.)
El alguacil Pedro Vergel le inspiró uno de los mejores epigramas de nuestra lengua:
A Pedro Vergel
¡Qué galan que entró Verjer
con cintillo de diamantes,
diamantes que fueron antes
de amantes de su mujer!
———
Al mismo Pedro Vergel le dedicó este venenoso soneto donde le llama cornudo de todas las formas posibles y alguna más:
A Pedro Vergel
La llave del toril, por ser más diestro,
dieron al buen Vergel y por cercano
deudo de los que tiene so su mano,
pues le tiene esta Villa por cabestro.
Aunque en esto de cuernos es maestro
y de la facultad es el decano,
un torillo, enemigo de su hermano,
al suelo le arrojó con fin siniestro.
Pero como jamás hombres han visto
un cuerno de otro cuerno horadado
y Vergel con los toros es bienquisto,
aunque esta vez le vieron apretado
sano y salvo salió, gracias a Cristo;
que Vergel contra cuernos es hadado.
———
Se narra un incidente ocurrido en una fiesta de toros. El alguacil Vergel le da comienzo
y es derribado del caballo, pero sale ileso. Hadado: encantado
———
Y acabamos con un soneto dedicado a la actriz Josefa Vaca, bella y famosa en aquellos días, cortejada por nobles y ricos.
Reprende su marido a la actriz Josefa Vaca
«Oiga, Josefa, y mire que ya pisa
esta corte del rey, cordura tenga;
mire que el vulgo en murmurar se venga
y el tiempo siempre sin hablar avisa.
«Por nuestra santa y celestial divisa,
que de hablar con los príncipes se abstenga
y aunque uno y otro duque a verla venga
su marido no más, su honor, su misa.»
Dijo Morales, y rezó su poco,
mas la Josefa le responde airada:
«¡Oh, lleve el diablo tanto guarda el coco!
¡Malhaya yo si fuese más honrada!»
Pero como ella es simple y él es loco,
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.
———
El último verso es del célebre soneto de Cervantes ¡Voto a Dios...
———
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