No hay bromas con el ferrocarril
Fernando Soteras Gimeno, alias Mefisto, nació en Zaragoza en 1886 y murió, arrollado su automóvil por el tren, en San Lorenzo de El Escorial el 18 de septiembre de 1934. Estudió la carrera de Veterinaria, pero nunca la ejerció; en lugar de eso, escribió en periódicos y revistas crónicas taurinas y poemillas humorísticos. Fue conocido principalmente por la sección Coplas del día que durante muchos años escribió en el Heraldo de Aragón, en la que glosaba la actualidad zaragozana. Su trágica muerte causó gran impresión en la ciudad, que en su honor costeó la erección de un busto con su imagen en la Plaza de Aragón.
Tras su muerte se publicó una selección de sus poesías con el título Coplas de Mefisto. Aquí reproducimos algunas.
A Purita, mi vecina,
un perro le han regalado
porque la pobre se asusta
si oye algún ruido en su cuarto.
Hoy, cuando alguien le pregunta
si el miedo se le ha pasado,
dice que está más tranquila
por dormir con un can-dado
———
Lleva Luz en su sombrero
una preciosa oropéndola,
dos colibrís, tres canarios
y un ruiseñor de la selva;
no extraño que a todas horas
diga la mamá con pena
que su hija Luz tiene muchos
pájaros en la cabeza.
———
La mujer es como el duro
—dice el cantar andaluz—
vista por un lado es cara;
vista por el otro, cruz.
———
Si en el baile te sientes muy rumboso
y a champán espumoso
convidas a muchachas adorables,
procura que contigo estén amables.
Si te han de dar las gracias solamente,
págales un vermouth y es suficiente.
———
—¡Qué escándalo tan grande
está haciendo esta moto!
¿Tan retumbante escape
no te hace estremecer?
—Yo francamente, amigo,
apenas si lo noto.
Estoy acostumbrado
a oír a mi mujer.
———
¡Cuántas gambas se consumen
en los bares los domingos
desde que se ha despertado
la afición a los mariscos!
Gambas pide el comerciante;
gambas pide el campesino;
gambas pide el jornalero;
gambas pide el señorito.
Hay de gambas un consumo
lo que se dice grandísimo.
¿Será el comer tantas gambas
la causa del gamberrismo?
———
Aquel que tiene un vecino
que abusa de la gramola
a veces siente deseos
de coger una pistola.
———
—Cuidado, chica, no cojas
tantas setas sin mirar;
las hay que son venenosas,
que pueden envenenar.
—No, señor, no haya cuidado;
no me las voy a comer...
Estas setas que yo cojo
las cojo para vender.
———
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